Puente, tres días seguidos libres, viajo a casa de mis padres, hace tiempo que no voy y además se van de vacaciones, así que es el día perfecto para cargarnos mutuamente de cariño. Vamos al pueblo, a ver a mi abuelita, está estupenda, con sus achaques y problemas pero con esa carita que es un abismo de ternura, solo verla me retrotae a la infancia, a esos tiempos en que el autopsicoanálisis no existía y campaba la paz en mi espíritu. Pasamos un lindo día y volvimos a Pucela. Mis padres están cansados y quieren acostarse pronto, así que les dejo y me voy de cañas, charla agradable y vuelta a casa sosegado, tranquilo.
El sábado comienza llevando a mis padres a la estación, vienen amigos suyos que les acompañan en el viaje y las habituales preguntas, ¿que tál por Madrid? ¿cuándo te cortas el pelo? ¿tienes novia?... con sus típicas respuestas, Bien, Ya veremos, no,...Tras la despedida comida con excompañeros, recuerdos y risas, aunque me apena ver que no han cambiado nada, que siguen jodidos con mil horas de trabajo y con esa sensación de tristeza flotando en el ambiente.
Por la noche llega la reunión con los viejos camaradas, cada vez menos y cada vez más distintos, mil cervezas y mil porros, agradables conversaciones hasta cierta hora, y sensación de vacío a partir de ahí. Domingo de resaca con mordiscos de melancolía, para salir de ella subo a ver a mis primos, se les ve tan felices, con su casita y su vida tranquila, me alegra verlos felices, se que no es eso lo que yo busco pero siento envidia de la sensación que transmiten, quizá no está tan claro que no es eso lo que busco, o quizá si lo está pero envidio el resultado, no lo sé. Vuelvo para Madrid de madrugada para evitar los atascos, aún así no hay suerte y nos comemos una buena, llegada tardísimo a casa y mordiscos de melancolía al bajar del coche en medio de la noche, sin nadie a mi alrededor y sabiendo que cuando suba a casa me sentiré como en la calle, en medio de la noche sin nadie a mi alrededor. Otra vez hubo muchas conversaciones en el fin de semana, otra vez sesión de psicoanálisis, otra vez desacuerdo en las conclusiones, otra vez no entiendo nada, otra vez melancolía,......
Una vez cerrado el coche enfilo hacia mi casa, paso por el cajero de La Caixa, inútilmente iluminado, como un faro en medio de un océano muerto, casi sin darme cuenta desvio una mirada al pasar junto a él, en el suelo tirado sobre unos cartones hay un hombre, o mujer, no puede distinguirse entre el amasijo de ropas roidas y sucias, solo distingo la oscuridad en sus calcetines blancos como una metafora de su situación, un mundo inicialmente blanco y un presente negro, y un futuro oscuro.
Dormirá en mitad de un cajero, sobre el duro suelo, con el único abrigo de un cartón, expuesta su mala fortuna a los mirones que pasamos por allí y Dios quiera que no, a la sinrazón de cualquier energúmeno que pase por allí.
Me voy a casa cabizbajo, soy un imbécil y un snob, como decía mi abuelo !cuánto hambre tenías que pasar!, así no nos preocuparíamos de necedades.
Cinco horas después estaba saliendo de casa para ir al curro, paso por el mismo cajero, su inquilino ya no está, el alba fue su despertador y su señal de huida, ya no es tu sitio el cajero, ahora es de día, ahora tu sitio es la calle,..... ¿donde estarás ahora? ¿que esperarás de este nuevo día?.....
5 comentarios:
me alegró verte el fin de semana...
Me ha venido a la cabeza una canción de Sabina:
Algunas veces vuelo
y otras veces
me arrastro demasiado a ras del suelo,
algunas madrugadas me desvelo
y ando como un gato en celo
patrullando la ciudad
en busca de una gatita,
a esa hora maldita
en que los bares a punto están de cerrar,
cuando el alma necesita
un cuerpo que acariciar.
que grande Sabina, si, justo eso, y algunas cosas más...
me recordó vivamente que cuando vivía en Madriz unos hijos de p matarosn a una indigente que estaba durmiendo en un cajero y se autofilmaron con los celulares....( 2005?,2006? ) pero qué cosa. me encanta tu texto,cuenta tus dones,de vez en cuando un respiro. Calma.Abrazo
Mariel, yo también me he acordado de la bestialidad que tres niñatos hicieron en Barcelona, al quemar a una indigente en un cajero con el mero fin de divertirse.
Se llamaba Rosario Endrinal, tenía 51 años y la mataron a pocos días de la Nochebuena de 2005. El alcohol llevó a Rosario a la calle, y el corazón roto al alcohol.
Sirva esto para recordar semejante suceso. Atroz.
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