lunes, 8 de octubre de 2007

Divagaciones entre cervezas

Conversaba este domingo entre el aroma de las cañas y el olor de los huevos rotos con un amigo, disfrutando de una placentera tarde tras la agradable sensación de la libertad de horarios, la libertad de acción. Mi compañero de tertulia me hablaba de una entrevista que había visto en la que el entrevistador era Fernando Sanchez Dragó y el entrevistado Eduard Punset, en ella hablaban del último libro de Punset El viaje al amor. No creo que haya ningún ser humano para el que el amor no sea una de las cosas más importantes, y si lo hay, solo puedo sentir lástima por él o ella.
Me comentaba mi amigo los pormenores de la conversación, cómo Punset explicaba que el conocimiento del cerebro humano es cada día más grande y como se piensa que puede modificarse no solo el comportamiento sino los propios sentimientos aumentando la cantidad de una determinada hormona en el cerebro, cómo habiendo estudiado los niveles de diferentes sustancias en el cerebro en cada situación se han encontrado patrones comunes que podían delatar una relación directa entre la actividad de según que neurotransmisores y nuestro estado anímico, o mejor expresado, nuestros sentimientos.
A mí todo esto de jugar a ser Dioses he de reconocer que me da bastante congoja, me aterra que el ser humano tenga ese poder, porque si bien una gran mayoría lo utilizaría para mejorar la vida de la gente, otros muchos lo utilizarán para sojuzgar a los demás, para aumentar su poder sobre ellos. El eterno conflicto entre la ciencia y la moral.
Esta disertación derivó en la propia naturaleza del amor, recordé una conversación con otro amigo en la que me decía, "no te engañes, el amor es siempre egoísta, porque el ser humano lo es". En el momento no estuve muy de acuerdo pero con el tiempo he de darle la razón, el amor como sentimiento ideal debería implicar única y exclusivamente el desear lo mejor para otra persona, el desearle la más grande felicidad posible por encima de la propia sensación, es decir, ante una posible elección, tu felicidad o la mía, si es que por cualquier situación no fueran compatibles, el amor puro debería optar sin dudar por la felicidad del otro, pero todos sabemos que eso es utópico, que el ser humano desea la felicidad a los demás,.. pero conmigo, (algunos lo llevan al extremo y terminan en el "o conmigo o con nadie"). El amor para el ser humano (quizás no para todos pero no he conocido todavía a las excepciones) implica posesión, implica cierto control,.... y quizás la mejor manera de buscar esa felicidad sea aceptar lo que somos y no lo que queremos ser, aceptar que somos los primeros en infringir nuestros preceptos más básicos e ideales... Ante el elevado listón de la conversación terminamos sin llegar a grandes conclusiones, y tomando unas cañitas con más amigos que seguramente en su interior albergaban parecidas dudas y parecidos deseos, porque ¿quién no los alberga?

Llevo dos días con esta canción en la cabeza, supongo que querrá decir algo, pero no se el qué....


5 comentarios:

Jacqueline Sokolovic dijo...

El amor es un misterio y como tal hay que vivirlo de esa forma...Besos y muchos.

Nota: Me encantó el texto.

malabarista infernal dijo...

Anoche ví una película que viene muy al caso, "El hijo de la novia", de Ricardo Darín, Hector Alterio, Norma Aleandro y Natalia Verbeke. En ella el protagonista (Ricardo Darin)aprende de sus padres ya viejitos el verdadero sentido de la vida, el verdadero sentido del amor.
Como dice Fito, con el tiempo se aprende que lo urgente no es lo importante.

María Querida: dijo...

Todos compartimos en gran parte las mismas dudas y los mismos deseos, y con un poco de sana autocrítica en algún momento nos hemos descubierto exigiendo al otro lo que nosotros mismos quizá no estaríamos dispuestos a hacer, preguntándonos cómo es posible que no se haya dado cuenta de lo que necesitábamos, cómo no me corresponde en la misma medida en la que yo yo hago, ..., y llegando a la conclusión, en momentos de calma, a veces un pelín tarde, o en el momento justo, según se mire, de que hemos sido egoistas, o de que aunque no lo hayamos sido, comprendemos a la perfección el porqué de su incomprensión.
Comprensión, esa es una de las claves del misterio del amor, estamos acostumbrados a creer, intuir, deducir, ..., pero lo complicado, la palabra mágica, es: COMPRENDER.

P.D.: digo esto, queda bonito, pero como tantos y tantas, llevo una buena lista de incomprendidos, y lo digo con una sonrisa, es parte de mi aprendizaje.

malabarista infernal dijo...

Gran reflexión, yo siempre pienso que no es necesario entender, solo respetar, quizá también sea necesario comprender, aunque explicar la diferencia entre entender y comprender será un arduo trabajo...

María Querida: dijo...

Parecen sinónimos, después de un arduo trabajo de investigación..., bueno, de buscar en internet dos minutos..., he encontrado una diferencia, en Comprender viene: "encontrar justificados o razonables los actos o sentimientos de otro", a esto me refería yo.
Estoy de acuerdo, el RESPETO es otra de las palabras mágicas.
Ya tenemos dos movimientos del 'Cubo de Rubik', solo nos quedan unos doscientos cuarenta y tres, más o menos, ánimo a tod@s!