El conocimiento del ser humano de su propio cerebro avanza imparable, ¿que cambios traerá eso? ¿dónde están los límites?, ¿acaso sensaciones otrora rodeadas de magia como el enamoramiento se verán reducidas a simples ecuaciones, a simple formulación química?
Y si eso fuera así, ¿quién tendría el derecho de poder utilizar esa información?
Lo dicho, apasionante y aterrardor.
La ciencia que lee la mente.
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