jueves, 31 de julio de 2008

Sonrisas


Siempre me han hecho gracia las clasificaciones de las personas según un criterio que las separa en dos tipos, unos los que nos gustan y los otros... los otros menos. Bien pues voy a aportar mi clasificación, existen dos tipos de personas, los que buscan el lado oscuro de las palabras, las dobles interpretaciones, los que se fijan en las palabras para sacarles una lectura negativa, los que buscan en definitiva el fondo del vaso. Los otros, los que me gustan , son aquellos que siempre buscan la sonrisa a la vida, los que hacen que el mundo esté lleno de color, los que alumbran las esquinas oscuras del alma ajena con la luz de su mirada, entre estos últimos he tenido la suerte de conocer a algunos, y hoy me acuerdo especialmente de una, un beso enorme para tí Lola, por mostrar tu sonrisa como un oasis en el desierto, contra viento y marea. Gracias por ser tú.

martes, 29 de julio de 2008

Me encanta que los planes salgan bien!!



Esta conocida frase acompañó mi infancia, "Hannibal" Smith, cabeza visible del "equipo A" soltaba esta frase al final de cada aventura, adornándola con una sonrisa de oreja a oreja que parecía decirnos, si haces las cosas correctamente siempre saldrán bien. El equipo A, como buenos justicieros "americanos" mostraban una realidad simple, en la que los buenos son muy buenos y los malos son muy malos, ... que lejos de la realidad.
En esta realidad los planes no siempre salen bien, por mucho que uno haya andado por el camino recto.
Después de un año bastante intenso, con miles de cosas buenas y algunas no tan buenas llegaba el momento de las vacaciones, el merecido descanso. Habíamos preparado con mucha antelación un muy apetecible viaje a Cuba, para recorrer la isla de punta a punta y sumergirnos en los encantos de la perla caribeña y de sus gentes. Todo estaba preparado, había repasado hasta el último detalle de los preparativos básicos, medicinas, documentación, visado,.... esta vez ningún estúpido error podía privarme del merecido viaje..... o eso creíamos. El impredecible destino tenía una desagradable sorpresa para nosotros en forma de inoportuna lesión, que finalmente nos ha hecho a mi compañera y a mí tener que renunciar al viaje, palmar la pasta y quedarnos en este caluroso Madrid. Después de unas cuantas blasfemias y maldiciones nos hemos hecho a la idea, no había más opción. Hemos despedido a nuestros amigos y les hemos deseado suerte en el viaje.
Y ahora desde mi casa, frente a mi ordenador y a punto de salir para unos días playeros en el paradisíaco Cabo de Gata reflexiono sobre esta frase, "Me encanta que los planes salgan bien", para muchos será difícil de comprender, pero sí, los planes han salido bien, disfrutaré de las vacaciones con la persona que amo, y en sus brazos bendeciré los dones de la tierra, el sol, el agua, el alimento,... y el amor.
Efectivamente, Me encanta que los planes salgan bien....
Felices vacaciones a todos.

lunes, 28 de julio de 2008

Placer

Piscina
Paella
Protección solar
Prensa
Pescado a la Plancha
Postre preparado
Padres
Primos/as
PLACENTERO día de merecido descanso

sábado, 26 de julio de 2008

La Malinche

Hace unos días estaba en el Corte Inglés, creo que comprando alguna cosilla que todavía me hacía falta para el viaje. Siempre me gusta pasarme por la sección de libros, aunque no vaya a comprar ninguno. Esta vez, me fije en que cerca de la caja habia una cubeta con restos de agua, y unos cuantos libros metidos, con un cartel que rezaba "libros acuáticos". ¡qué curioso! Pues comprobé que efectivamente los libros ahi metidos estaban húmedos, pero sus hojas no se habían deshecho ni borrado, tan sólo se habían vuelto...algo así como moldeables. Pensé que podría ser un regalo curioso para alguien que le gustara leer y que le gustara la piscina. Así no se le estropearían los libros con el agua. La verdad que no se me ocurrió nadie en ese momento que le pudiera gustar ambas cosas, más que yo mismo. Aquí seguramente nuestra querida Riconcito es donde nos achacaría el consumismo y esas cosas, pero no pude evitar querer comprar un libro de verano.

En fin, no sabía cuál llevarme y entonces lo vi: Malinche, de Laura Esquivel. Al leer la contraportada, vi que era la autora de "Cómo agua para chocolate", podría estar bien. Recordé además que ya antes había oido ese término, Malinche. Mi amigo chiapaneco me había hablado del "malinchismo": en México, la preferencia de lo foráneo respecto a lo propio. La mal llamada Malinche fue la indígena que actúo como traductora de castellano a nahuatl para el conquistador Hernán Cortés, además de amante, y de la que se piensa tuvo un papel fundamental en la caida del imperio Azteca.
Pues os podéis imaginar, olvidé completamente la chorrada de los libros acuáticos y pregunté si lo tenían en una edición en papel normal, pero sólo lo tenían en aquel raro papel. ¡Y menudo papel ha jugado el libro! Empecé a leerlo mientras sobrevolabamos el Atlántico, y he seguido leyéndolo en cada rincón de la Ciudad de Mexico donde hubiera oportunidad: en el Bosque de Chapultepec, en el Zócalo, en la cafetería-pórtico del palacio de Bellas Artes, sentado en uno de esos bancos estrámboticos del Paseo de la Reforma, en un Sanborns después de desayunar, en un Starbucks de la Zona Rosa para merendar, en la ciudad de los dioses de Teotihuacan mientras esperaba al resto del grupo, incluso en el metro camino de la particular venecia defeña, Xochimilco.
¡Y cómo me ha servido leerlo! Con una sensibilidad y magia increible, la autora narra la visión de la india Malinalli sobre los acontecimientos que tienen lugar en torno a 1521 desde la llegada de Cortés a tierra Mexica hasta la conquista casi completa del norte de Mesoamérica, incluyendo la caida del centro de los Azteca, la gran ciudad de Tenochtitlan.Todo ello mezclando datos históricos con la magia de los dioses prehispánicos y las costumbres propias de los pueblos mesoamericanos. La indigena Malinalli, pensando que si bien Cortés y los españoles puede que no sean los enviados del dios Quetzalcoatl como el emperador Azteca piensa, sí que pueden servir como instrumento para que los Azteca abandonen los sacrificios humanos. En fin, toda la mitología que se incluye en ese argumento la he podido ir comprobando poco a poco en los diversos museos, y rincones de la ciudad que he visitado. Ahora conozco un poquitín más de la historia de los Mexica (los Azteca) y alguno de los pueblos que les rendían pleitesía y pagaban tributo.

La siguiente etapa del viaje, hacia el sur, hacia los dominios de los Maya. Aquí termina mi experiencia capitalina. Me voy contento de esta vez, haber tener tenido la oportunidad de visitar y conocer todos los sitios que la última vez no pude y quise. Y algunos más.
Siguiente parada, Villahermosa en Tabasco.

Como suele despedirse Martanauta: son las 22:15 de la noche. La temperatura exterior es de unos quince grados y sigue lloviendo en Ciudad de Mexico.

viernes, 25 de julio de 2008

Min

Este pequeño felino, que a mi casa llegó por casualidad, como compañero no invitado del nuevo compañero ha contribuido notablemente a estimular mi ternura y mis sonrisas. Esa carita de clown, con esa fingida sonrisa y esos ojillos que te miran fijos, sin dobleces, sin intenciones ocultas, sinceros y directos, desmontan por completo cualquier defensa. Cuando intento reñirle por alguna trastada que haya montado, se sienta, me mira con esos ojillos, y me llora, con esa voz casi humana, y me derrito, es un cabrón porque se que me está chantajeando y llevándome a su terreno, pero adoro que lo haga.
Cuando tengo esos días melancólicos en los que me siento ajeno a este mundo, extraño y estúpidamente incomprendido mi pequeño amigo se sienta junto a mí en el sofá, me mira, y con sus ojillos me dice, "tranquilo, que no es para tanto".
Quizá no eres consciente pequeño gato-león (pesa 7 kilos y medio), pero empiezo a quererte, y disfruto enormemente de esa sensación.


me derrito viendolos........


no te olvides de que yo también tengo hambre.....


y después de comer, siesta......



y luego una charla en el sofá....

jueves, 24 de julio de 2008

Cien días de literatura

A la izquierda de este blog ha permanecido varios meses la recomendación de Cien años de Soledad, señal de que alguno de los compañeros del blog estaba inmerso en la lectura de este fabuloso libro.
Leer un libro como éste en los breves espacios que te deja el día se hace complicado, porque requiere una gran atención y un recuerdo constante de frases, escenas y relaciones personales. O no, porque como bien explica la introducción de la edición que he leído, una de las claves de la novela es que el tiempo no pasa por Macondo, el lugar donde tienen lugar las aventuras y desventuras de la familia Buendía.
Es el primer libro que leo que está plagado a pie de página de connotaciones y explicaciones sobre el texto, y lo que en un principio me provocaba rechazo (ya sabéis, el arte cuando se explica pasa a incluir la perspectiva subjetiva del comentarista) se convirtió en una ayuda casi imprescindible para disfrutar por completo de la obra maestra de Gabriel García Márquez. Guiños a su entorno personal, a su entorno político, a muchos de sus libros (La hojarasca, El otoño del patriarca, El coronel no tiene quien le escriba...) hace de esta una obra singular e increíblemente rica.
Hay varios conceptos claves en la novela: repetición, incesto, tiempo, guerra, soledad, amor, hielo. El otro día según volvía sonriente a casa me encontré con este cartel que me recordó a este último concepto, el hielo, que aparece en la primera frase de la obra:

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo".

Crítica

Según la RAE:

8. f. Examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc.

Dentro de las críticas tenemos dos tipos, constructivas y destructivas. A éstas últimas no hay que dedicarles ni un segundo de nuestro tiempo, quién no parte desde el respeto y la consideración no merece un segundo de atención.
Una vez descartadas éstas pasamos a las primeras. Siempre he creído que las personas cercanas nos hacen un enorme favor aportándonos nuevos puntos de vista sobre nuestros actos y decisiones del día a día, nuevamente desde el respeto y con tacto, puesto que no siempre estamos con ánimo para escuchar algunas cosas y es de obligación para quien nos quiere bien prestar la suficiente atención a nuestro estado para valorar si es o no el mejor momento para hacer una crítica. Pero incluso cuando es el mejor momento hay que ir con pies de plomo, porque aunque todos creamos que encajamos las críticas con deportividad no siempre esto es del todo real. En mi caso al menos, no siempre es un proceso fácil, uno descubre con cierto pesar que hay distancia entre quién somos y quién queremos ser. Una crítica, aunque sea constructiva, es una demostración de que en algo no actuas bien, y eso no es fácil de asumir, es desmontar parte del edificio que con trabajo y esfuerzo has ido construyendo, no para derribarlo está claro, sino para hacerlo más fuerte, pero sería un error obviar el sufrimiento que eso conlleva, o el esfuerzo, o lo que sea. Es el camino para mejorar como persona, eso está claro, pero es duro enfrentarse a nuestras miserias.
El contrapunto a este "sufrimiento" es poder comprobar que si alguien se toma las molestias de enfrentarte a tus demonios y arriesgarse a sufrir los daños colaterales, es que te quiere de verdad. Y eso da fuerzas infinitas para enfrentar lo que haga falta, sin miedo, el premio promete ser maravilloso.

Pozos de errores
sazonan mi interior
miles de sinsabores
colgados del corazon.

Eones de batallas
y guerras contra mi yo,
tratando de doblegarlo
camino de la razón.

Cuando crees haber vencido
y disfrutas del olor
de la flor del sacrificio
transmutado en luz del sol

te reencuentras sorprendido
con miserias en el zurrón,
!se acabo el descanso!, amigo,
la siguiente etapa comenzó.

Dale gracias al destino,
a la suerte o a algún Dios,
por contar en el camino,
con la fuerza del amor.

Si sucumbes malherido
no reclames compasión,
cuando tú eres el enemigo,
solo tú tienes la solución.

lunes, 21 de julio de 2008

La gran ciudad

En una gran ciudad confluyen millones de personas, y con ellas millones de historias, algunas son por todos conocidas, normalmente las que afectan a personajes o personajillos de esos que ocupan portadas de revistas o panfletos y minutos de televisión. La mayor parte de estas historias poco o nada tienen que ver con la realidad que se vive y se palpa en la ciudad, sirven solo como entretenimiento y reclamo de esta sociedad consumista a la que pertenecemos.

Pero debajo de todo ese circo mediático subyacen miles de historias reales. Historias alegres, historias tristes, historias sufridas en su mayor parte, reflejo de lo que es la vida real. Cuando uno pasea por una ciudad así e intenta tener los ojos mínimamente abiertos y dispuestos a observar a su alrededor contempla muchas situaciones que no entiende, o que no conoce. Éstas situaciones nos alegran, nos conmueven, nos rebelan, nos enfrentan sin remedio a preguntas no siempre cómodas, preguntas de esas que uno puede obviar ante los demás pero difícilmente puede ocultarse a sí mismo.

Hay dos historias anónimas con las que llevo bastantes días encontrándome, y que me transportan a un ejercicio de imaginación e invención que seguramente no lleve a ningún lado.

La primera de ellas transcurre siempre en el metro, en la estación de Sol. Allí cada mañana a las 8 y cuarto me cruzo con dos ancianos, más o menos de la edad de mis abuelos. Él está siempre sentado en un pequeño taburete, con su violín al hombro, obsequiándonos a todos los que pasamos con legañas en los ojos con unos segundos de paz y sosiego. A su lado en otro pequeño taburete se encuentra ella, que le mira con unos ojos repletos de amor y admiración, y que cada ciertos segundos pasa una hoja del atril cargada de signos mágicos, signos enmarcados en esas filas de cinco líneas que a él le sirven para arrancar pedazos de magia del violín, como un prestidigitador del sonido.

El contraste entre los miles de viajeros pasando a toda velocidad y con caras de estrés camino de sus trabajos y esta “extraña pareja” es sobrecogedor. Al final del día unas cuantas monedas sobre una caja de cartón son el pago a tan impagables servicios.

La segunda historia la protagoniza un hombre de mediana edad, pelo cano y larga perilla del mismo color. Cada mañana lo veo sentado en la entrada de una antigua biblioteca cerca de mi trabajo, siempre en la misma posición, la espalda apoyada en el suelo y los brazos levantados hacia arriba como queriendo asir algo, algo invisible e intangible que los demás no podemos ver. Alguna vez le he visto al salir de mi trabajo, en otro lugar distinto, con otra postura pero con los mismos ojos, ojos que traslucen inteligencia y serenidad, y posiblemente mucho más, quizá amargura, quizá tristeza, quizá solo perplejidad, o deseo, o esperanza,… o que sé yo, no soy capaz de adivinarlo.

Cada mañana le veo en la misma postura, junto a ese carro cargado de todas sus pertenencias, y me pregunto qué hace allí, como ha llegado allí, ¿por alguna desgracia? ¿por alguna decisión?.....

Cada mañana llego a la oficina cargado de preguntas, y sin ninguna respuesta.

domingo, 20 de julio de 2008

Rumbo a Chiapas

Hoy empieza mi viaje. Las próximas tres semanas me mudo de continente. ¡Las ansiadas vacaciones! ¿Qué me deparará el futuro? No lo sé, pero es bastante excitante. Estoy intrigado, emocionado y expectante.
Cómo ya os he contado miles de veces, mi plan es pasar unos días en la Ciudad de Mexico para ver aquello que no pude ver la última vez, en especial la ciudad de Teotihuacán. Luego la ruta sigue por el sureste del país:


Ver mapa más grande

El mapa no es más que una aproximación. No sé si será posible hacer esa ruta, pero da una idea.
Hay una cosa en los viajes de este tipo: siempre hay cambios. La persona que se va no es la misma que se viene. Al menos en mi caso es lo que ha pasado en los dos últimos viajes, este invierno y el verano pasado. Supusieron grandes pequeños cambios, enormes para mi y quizás minucias para los demás. Hay un probervio que sólo he oido en inglés, aunque creo que es de origen francés: "the more things change, the more they stay the same". Nada cambia demasiado. Quizás quiera decir, aplicado a esto, que los cambios no hacen más que revelar y acercar a uno mismo a su esencia, que es inmutable.

En fin, no divago más. Mucha suerte a todos. Aunque los planes se hayan torcido, y las cosas no estén saliendo como desearíais, al final siempre hay una ventanita para disfrutar en las adversidades. Puede que sea palabrería, pero dejemos pasar el tiempo.

Nos iremos contando.

jueves, 17 de julio de 2008

No ser

Estoy harta.
Estoy harta del egoísmo de una persona querida.
Estoy harta de la carencia de empatía y sentido común de personas cercanas.
Estoy harta de que no me pidan perdón.
Estoy harta del humo del tabaco.
Estoy harta de tener que dar explicaciones cuando no es mi cometido.
Estoy harta de no poder darlas cuando sí es necesario.
Estoy harta de sentir un desconcierto que inhabilita mis palabras.
Estoy harta de querer sin desear.
Estoy harta de soñar con mis amigos y no poder tocarlos, abrazarlos, besarlos.
Estoy harta de que me digan lo que es mejor para mí y mi familia.
Estoy harta de que anticipen el futuro de mi hija sin contar conmigo.
Estoy harta de que mi pareja esté mejor depilada que yo en verano.
Estoy harta de sentir emociones contradictorias, entre el abismo y la cima, la plenitud y el vacío.
Estoy harta de anhelar lo que está lejos.
Estoy harta de no encontrar las palabras adecuadas.
Estoy harta de fabricar redes para todos y no ser yo la que se suba al trapecio.
Estoy harta harta de estar varada en una sombra.
Y, sobre todo, estoy harta de no ser siempre yo.

El lobo estepario



Tiempo de sueños,
tiempo de penas,
corre sin freno,
corre la arena.

Busco recuerdos
de tierras ajenas,
busco en silencio,
mi alma en la hierba.

Años de esfuerzos,
riegan mi esencia,
años de intentos,
y también de indolencia.

Extraño sentimiento,
en la noche me atormenta,
corro y corro, sin aliento,
perseguido por la bestia.

No descanso ni un momento,
acosado en cada puerta,
miro atrás, a mi tormento,
intuyo mi rostro tras la careta.

No hay enemigo siniestro,
el adversario no está fuera,
el temido sortilegio,
en mi interior esconde la respuesta.

martes, 15 de julio de 2008

Desaprender

Según la RAE:

1.
tr. p. us. Olvidar lo que se había aprendido.

Yo añadiría .... para poder aprender desde uno mismo.
Todos nosotros somos el fruto de la suma de una carga genética, una influencia del entorno más cercano en la infancia y la influencia de las cosas que vamos conociendo con el paso del tiempo y las cosas que vamos experimentando en este largo e interesante camino que es la vida.
La importancia de la carga genética es algo altamente cuestionable, para algunos es definitivo y para otros meramente testimonial, no se muy bien quién está más acertado, yo me apunto más a lo segundo.
El segundo operando de la ecuación es sobre el que versa el título de este post, la influencia de nuestro entorno en la infancia. En mi caso ese entorno es mi familia directa, mis padres, y con ellos tíos, abuelos, vecinos, profesores, y un sinfín de personas más que aportaron en mayor o menor medida su influencia en mi formación como persona. Estoy seguro que la mayor parte de ellos ejercieron esta influencia con la mejor de las intenciones, tratando de modelarme en pos de un ideal que cada uno forjaba a su libre albedrío. Y agradezco a todos ellos su esfuerzo. Pero llegado a este punto de la vida uno se da cuenta de que hay muchas cosas que juzga, cree e incluso siente en función de una enseñanza anterior, es decir, en función de la manera de entender las cosas de otras personas. Y es inevitable preguntarse si lo que te asusta, te asusta realmente o simplemente te enseñaron a temerlo, lo que te gusta ¿te gusta realmente a tí?, lo que te emociona ¿es a tí a quién en realidad emociona?... y así seguiría creando frases hasta el fin de los tiempos.
Para poder dar respuesta a estos interrogantes solo he descubierto un camino, ... desaprender. Desaprender todo lo aprendido en materia de sensaciones y sentimientos, gustos y fobias. Desaprender para volver a un punto inicial donde aprender de nuevo, pero desde mí, desde quién soy ahora, desde quien quiero ser. Y las sorpresas que esto me depara son cada día más interesantes, y los cambios cada día más impredecibles, como diría el lobo estepario estoy descubriendo a los miles de malabaristas que habitan en mi interior y que juntos forman lo que aquí veis.

lunes, 14 de julio de 2008

Vértigo

Sensación de vértigo
de ver un precipicio cerca al que no te quieres asomar,
no quieres comprobar si tus pilares son lo suficientemente
fuertes para aguantar o se resquebrejarán como una
vieja madera si se te ocurre acercarte un poco más de la cuenta.

Sentimientos contradictorios
repentinos pero duraderos cuando te levantas un día cualquiera,
un día nublado posiblemente en el cielo
y seguramente nublado en tu cabeza o en tu corazón.

Visiones borrosas
algo martillea tu cabeza no dejando que pienses con claridad
un ardor en el estómago que te forma un nudo
y una ligera sensación de ahogo como si la humedad
repentinamente se hubiera disparado a tu alrededor.


Escrito en algún momento indeterminado de 2007

Dignidad


Según la RAE:

3. f. Gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse.


Viernes, 9 de la tarde, la Latina, zona de tapeo del centro de Madrid. Estamos tres amigos tomando unas cañas y empezando a disfrutar del fin de semana, hace un tiempo estupendo, los bares están llenos, todo el mundo está en la calle de fiesta, celebrando el verano y el fin de la semana laboral. ¿Todo el mundo?, quizá no todo el mundo. Mientras estamos charlando se acerca a nosotros el sexto vendedor de rosas, es un hombre de tez oscura, asiático, y con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro, su cara me es conocida, lo he visto muchas veces cuando he estado de fiesta, esa sonrisa es difícil de olvidar. Se acerca a nosotros a ofrecernos las flores, con mucha educación y una sonrisa le decimos que no, el hombre insiste, son baratas nos dice, y además os regalo una canción, soy cantante. Nos cuenta que tiene algún problema médico, no comprendo muy bien, pero creo que el problema lo tiene algún familiar, su cara ya ha ocultado la sonrisa, el dolor pesa más que el antifaz para trabajar. Le compramos una, pero le decimos que se quede la rosa, que la venda después y así saque algo más de dinero, y que no hace falta que os cante, su cara no trasluce fiesta, sino gravedad. Él no queda conforme, no está pidiendo limosna, sino trabajando, y no aceptará dinero a cambio de nada, eso no sería justo. Cambia su cara y nos ofrece una lista de géneros de canción, escogemos folk, cierra los ojos, se concentra y tras unos segundos de silencio alza la mirada, sus ojos han cambiado, hay un nuevo brillo en ellos. De su boca comienza a salir una melodía lejana, que vuela a través del tiempo y del espacio, desde la remota India. La alegría de la música transforma a nuestro cantante, suelta su ramo y junta las manos sobre el pecho, acompaña la dulce de melodía con un pequeño baile tradicional, salta del folk al amor, cierra los ojos y sonrie mientras canta, supongo que recordando tiempos mejores, sueños olvidados, o quizá no olvidados, más bien ocultados por el peso de la vida.
Cuando termina le aplaudimos entusiasmados, ha sido precioso. Nos da la mano a los tres, le damos las gracias y le deseamos suerte, intercambiamos sonrisas y buenos deseos, y acto seguido le vemos subir las escaleras para continuar su trabajo, porque eso es lo que hace, trabajar para mantener a su familia.
Cuando se va recuerdo que me ha hablado en español y en inglés, y me ha contado que es de la India. Este hombre tiene una gran voz y habla tres idiomas, .. y se gana la vida vendiendo rosas. Quizá el mundo es demasiado complicado para que yo lo entienda,... o quizá demasiado sencillo para que lo acepte.

viernes, 11 de julio de 2008

No soy ni hombre ni mujer; sólo soy una persona

Está atardeciendo, llevo muchos kilómetros en el cuerpo y busco un sitio donde poder aparcar la furgoneta. Un sitio tranquilo puesto que voy a pasar la noche en ella, en mi casita azul. Como la ley de costas está hecha para los ricos, para los que pagan por construir sus chaletes en primera línea, para los que conocen a la policía y permiten a sus amigotes que aparquen sus lujosas caravanas en medio de la playa, y no para los jipis, tengo que buscar minuciosamente el sitio del que no me puedan echar, aunque ahora ya pueden largarte de cualquier sitio si quieren, no se puede dormir en la playa, ni en la calle, ni dentro de tu coche. La otra noche en una playita la guardia civil echó a una parejita que estaba al final de la playa en su furgoneta, en un rinconcito en el que no molestaban a nadie. Pero no dijeron nada a dos pedazo de caravanas que estaban dentro de la playa, en todo el medio, ocupando todo el sitio que querían con sendos territorios a modo de jardín que se habían agenciado. Cosas del sistema.

Así que cuando veo una callecita que está en primera línea de playa, un lujo legal donde aparcar, esbozo una sonrisa triunfal y allí que me planto. Me hago mi cena y me siento en la acera, apoyada en la pared de lo que viene a ser un tremendo chalete, donde celebran un cumpleaños a lo grande. Yo estoy bajo la farola, con mi Lady Chatterley´s lover y mis cereales con leche. Los invitados pasan por mi lado y me miran de soslayo, me desprecian con la mirada. Tras unas páginas de lectura el niño del cumple sale con el porsche que le acaban de regalar a dar una vuelta. Pasan a mi lado, la mujer que va con él me mira sonriéndose; se piensa que siento envidia.

Ya por la mañana me despierto prontito, cuando la luz entra por las cortinillas de la furgoneta. Miro al techo y no recuerdo dónde estoy...Miro a mi derecha y mi Chikulin no está a mi lado, recuerdo entonces que está a miles de kilómetros de distancia. No voy a llorar, yo elegí la soledad de la carretera. Salgo a mirar el mar, a pisar la arena de la playa, a darme un baño de vida, con las olas que me despierten el cuerpo y me alegren el alma, con la intención de disfrutar del presente. Como no estoy en lo que la gente llama zona naturista no me puedo bañar desnuda, la policía suele llamarte la atención en este tipo de sitios por escándalo público. A mi lo que me parece un escándalo es que no se tomen el desnudo con más naturalidad. Bueno, pues me baño con mi tanga amarillo, ya ves que diferencia, así no pasa nada, es decente porque no se me ve el sexo. El agua me activa, me siento viva. Cuando salgo, las miradas masculinas se posan en mi cuerpo, el dueño del chalete que ayer me ignoraba ahora me mira los pezones y hasta me saluda. El niño pijo del porsche pone su toalla muy cerca de la mía y al cabo de un rato se me acerca. Qué si tengo hora!! me dice el pipiolo...y luego que si quiero me lleva al pueblo a la noche a tomar unos cubatas. Ya ves, soy la misma de ayer, pero con los atributos físicos al aire el trato que recibo es muy diferente. Se qué tengo suerte de ser blanca, joven y de buen ver, por lo menos en lo que respecta a poder estar en la calle leyendo si quiero. De lo malo me pueden mirar mal, pero si llego a ser negra, Rumana o un viejo barbudo podrían incluso llamar a la policía. Es muy fuerte lo que determina nuestras vidas y nuestra libertad, el color y el cuerpo con el que hemos nacido. Pero ser joven, femenina y de buen ver me complica también la vida. En este viaje furgonetero me estoy encontrado mucho tío que se cree con derecho de venir a molestarme con sus groserías sólo porque estoy sola. Se me acercan con cualquier estúpido pretesto, se permiten mirarme lascivamente, se creen con derecho a todo...Me ven como al ñu cojo; indefensa fuera de la manada.

Una caravana con matrícula portuguesa se ha puesto cerca de la mía, un digamos jipi con su perro ha llegado a la playa. Durante todo el día nos observamos sin molestarnos. Cuando está cayendo la noche me acerco y le digo que tenga cuidado porqué donde está aparcado pueden echarle. Me sonríe, es granadino y ya sabe cómo está el percal. Empezamos a charlar, me dice que no se ha acercado a mí antes porque no le va el rollo de acercarse a una tía y que se piense que quiere ligar; se lo agradezco. La conversación fluye espontánea, pasamos unas buenas horas juntos, nos entendemos muy bien. El tabaco se acaba y tiene que irse al pueblo a comprar, luego seguirá viaje. Nos despedimos deseándonos suerte. Le veo alejarse y me siento muy agradecida de haber disfrutado de su compañía, me deja ver que hay mucha gente que merece la pena, que aunque haya una gran mayoría de mete pollas también hay desconocidos con los que se puede charlar muy tranquilamente. Me vuelvo a mi hueco en la acera, bajo la farola continuo leyendo...

jueves, 10 de julio de 2008

El destino que anhelas

Un día te subes a un tren que ya está en marcha, procedente de muchos lugares, con muchos km. sobre los raíles recorridos, con el rumbo ya fijado, pero no te importa que el lugar hacia el que se dirige esté determinado, pues una vez en sus vagones te encuentras con un ambiente acogedor, y te acomodas, y te dejas llevar, atravesando infinidad de parajes, sintiendo una seguridad hasta entonces desconocida. Sin embargo, después de haber atravesado montañas y paisajes nevados, después de circular en paralelo a costas y ríos, después de otear lagos y bosques a través de sus ventanas, pese a lo a gusto que estás y lo feliz que has sido durante el trayecto, sientes la necesidad de apearte para buscar tu propio/a compañero/a de viaje y elegir juntos un destino común en otro tren, y eso es lo que haces, perdiendo el estado de seguridad en el que te encontrabas, pero no te importa renunciar a ello, porque lo que está por venir crees que será mejor, al ser tú mismo/a quien elija una nueva dirección y, sobre todo, porque esa elección la vas a hacer junto a la persona querida y deseada. Y aunque el comienzo no es fácil y esté lleno de incertidumbre, pues en los vagones aún hay demasiados/as pasajeros/as, poco a poco éstos van descendiendo en cada parada y van dejando sitio libre para vuestro nuevo equipaje, que se irá incrementando ruta tras ruta, con ilusiones, gratas sorpresas y un montón de buenos momentos e inmensas alegrías. En alguna ocasión también os lleváis tensiones, disputas, desacuerdos, aunque no dejáis que se instalen ni rencores ni tristeza. Pero transcurrida una larga etapa, cuando por fin habéis llegado a uno de los destinos más anhelados, el cual habéis preparado arduamente desde hace tiempo, repasando mapas, leyendo guías y haciendo acopio de todo aquello que vais a necesitar para este nuevo momento, sucede que ese/a compañero/a de viaje cambia de vagón antes de detenerse la máquina, por sugerencia de otro/a un pasajero/a que no ha sabido qué dirección tomar ni en qué tren debía hacerlo, dejándote solo/a con tu maleta, que ahora lleva mucho más peso y por tanto necesitas un poco de ayuda para bajar con ella al andén y transportarla hacia el lugar acordado. Y te sientes tan decepcionado/a que llegas a preguntarte si volverás a subirte al mismo tren y, en caso de hacerlo, si escogerás el mismo vagón y si lo encontrarás vacío, sin nadie que te ayude a subir el equipaje de nuevo.

miércoles, 9 de julio de 2008

Bozal



Según la RAE: Aparato, comúnmente de correas o alambres, que se pone en la boca a los perros para que no muerdan.

Cuántos de estos serían necesarios. Cada vez que hablamos sin saber, cada vez que hablamos guiados por el orgullo, por el odio, por la ignorancia, por la soberbia, por la frustración, por el miedo, y por tantas cosas más. Mirando desde donde ahora estoy, la lista de momentos en mi vida en que me pondría un bozal sería suficiente para envolver el resto de ella. Me propongo un trato, cada vez que bloquée en mi mente, justo antes de que salgan hacia mi boca, palabras que pudieran merecer un bozal iré desenvolviendo lo ya envuelto, y al final de mi vida podréis ver si mi peso es más de carne... o de papel.
Hoy estoy bajo de energía, atacado por la alergia soy como una fuente que se mece con el vaivén de las olas de su interior, agotado y tristón. A este estado de ánimo sumémosle una sala vacía, en la que solo estoy yo, y muchas horas por delante. Cuando por fin llega el anhelado momento de la comida sonrío, este es sin duda el mejor rato de mi jornada laboral, tengo un ritual adquirido para estas ocasiones, como en un restaurente argentino, de comida casera, pequeño, con poca gente, con una mesa pequeña y esquinada reservada para mí, o eso me gusta creer. Comida sana y sabrosa, un libro entre mis manos y silencio, apenas el murmullo de las voces cercanas que incluso ayuda a introducirte en la lectura. Entre manos tengo El Lobo Estapario, de Herman Hesse, igual que su Sidharta este libro me está entusiasmando, plantea preguntas a bocajarro, sin piedad, que obligan, si uno está dispuesto, a escrutar las profundidades de tu alma, con lo peligroso que eso puede llegar a ser. Para esto necesito silencio, y tranquilidad, cada párrafo es repetido lentamente en mi cabeza para intentar captar al menos una parte de lo que en realidad esconde, en esas estoy cuando un sonido estridente, grave y estúpido a la vez inunda el local, en la barra un hombre y una mujer asisten impertérritos a la perorata de otro hombre, trajeado, engominado, encantado de conocerse, y por supuesto, conocedor de la verdad sobre todas las cosas como si él mismo fuese el hacedor de todas ellas.
Es increible lo diferentes que pueden ser las sensaciones sobre un mismo hecho para dos personas, él orgulloso de sí mismo, yo, dispuesto a entregarle el bozal de oro, o mejor, de lija.

lunes, 7 de julio de 2008

Tiempos veraniegos

Llegan los tiempos veraniegos, y con ellos viajes y aventuras. Comencé con un libro buscado desde hace tiempo, y recomendado por buenos amigos, El lobo estepario...

"Es algo hermoso esto de la autosatisfacción, la falta de preocupaciones, estos días llevaderos, a ras de tierra, en los que no se atreven a gritar ni el dolor ni el placer, donde todo no hace sino susurrar y andar de puntillas. Ahora bien, conmigo se da el caso, por desgracia, de que yo no soporto con facilidad precisamente esta semisatisfacción, que al poco tiempo me resulta intolerablemente odiosa y repugnante, y tengo que refugiarme desesperado en otras temperaturas, a ser posible por la senda de los placeres y también por necesidad por el camino de los dolores. Cuando he estado una temporada sin placer y sin dolor y he respirado la tibia e insípida soportabilidad de los llamados días buenos, entonces se llena mi alma infantil de un sentimiento tan doloroso y de miseria que al dormecino dios de la semisatisfacción le tirararía a la cara satisfecha la mohosa lira de la gratitud, y más me gusta sentir dentro de mí arder un dolor verdadero y endemoniado que esta confortable temperatura de estufa......"

Y entre lectura y descanso, siempre hay tiempo para purgar el alma a través de la poesía...

Aires de grandeza
atesora el personal
aires de grandeza
en su vida profesional

Aires de grandeza
que le elevan al pedestal
de la ambición y la miseria,
dos futuros, un final.

¿qué buscas con tu apuesta?
¿que esperas conquistar?
¿el corazón de la bestia
o el líquido del lagrimal?

Tus motivos, tus razones,
tus esfuerzos sin igual,
se me antojan eslabones
de la cadena en tu yugular.

Te oigo y no te escucho,
te miro y no te veo,
te escondes en tu refugio,
te escondes, compañero.

Tus ansias y tus sueños
caben en una mesa,
tu nombre en un letrero
y una gran nómina en tu cuenta.

Vacío está tu interior,
vacío como un abismo,
pues todo lo anterior
no te acercará a ti mismo.

La grieta es cada vez más grande,
el miedo se multiplica,
corre hacia el desastre,
corre, "no seas marica".