jueves, 8 de noviembre de 2007

Fotografía y realidad


En mi habitual paseo por la red leo una noticia que me deja un regusto amargo en la boca, "La belleza está ahí", en ella se muestra la foto ganadora del último premio al Retrato Fotográfico de la National Portrait Gallery de Londres, otorgado al israelí Jonathan Torgovnik. La foto muestra a una mujer Ruandesa abrazada a una de sus hijas delante de la choza en la que viven, y con su segunda hija detrás. La mujer es bella, con esa belleza de tez oscura y brillante que tienen los africanos, pero hay algo que atrae la atención como un poderoso imán, sus ojos, los ojos de esa mujer y el rictus de su rostro reflejan una honda tristeza, una enorme amargura.
Leo el artículo y descubro que esa mujer se llama Joseline Ingabire, y que fué violada reiteradas veces por milicianos en la guerra que asoló Ruanda entre las tribus utus y tutsis.
Hay algo que me escama, cómo es posible que de una situación personal tan trágica y horrible se saque una foto que otorgue premios, publicidad y por supuesto dinero al fotógrafo. Qué clase de mundo es este en el que el sufrimiento de unos sirve de "musa" para el trabajo de otros. No dudo de la buena fé del fotógrafo, ni de su abnegado trabajo por mostrar las barbaridades ocurridas en ese país, pero ¿ no sería mejor además de reconocer el trabajo del fotógrafo entregar el dinero a quien de verdad lo necesita? ¿ no sería entonces cuando la denuncia tendría un efecto real?. Porque sino lo que ocurre es que escuchas diatribas de fotógrafos sobre la fotografía en las que se habla de la técnica, de la luz, del enfoque, como si lo que se retratara fuera una situación irreal, sin importancia, y no una tragedia brutal que desgarra la vida de tanta gente.
Esto me recuerda a otra historia que vi hace tiempo, la del fotógrafo Kevin Carter, que tratando de mostrar la brutal situación de hambruna en Sudán realizó una foto a una niña muriendo de hambre en presencia de un buitre, que aguardaba para devorar el cadaver. Éste fotógrafo esperó para poder sacar la imágen impactante que le granjeara fama y a la vez concienciera a Occidente sobre lo que allí ocurría. Su espera provocó que la niña muriera, y él finalmente obtuvo el Pulitzer. Dos meses después se suicidó, porque nunca pudo borrar la imágen de esa niña de su cabeza.
¿Cuánto hay de denuncia real en las fotos y cuánto de deseo de gloria? ¿cuánto hay de preocupación real y sincera en occidente por lo que ocurre allende los mares? ¿cuánto queda de bondad en el corazón del ser humano?

9 comentarios:

Rincón oscuro dijo...

hay veces que el trabajo de esos fotógrafos tiene más efecto y mérito que lo que no hacemos los demás mientras criticamos aquello que ellos hacen, puesto que nosotros no hacemos nada, NADA, y no pasamos miedo, hambre, peligro o vete tú a saber qué cuando miramos el resultado de horas y días de trabajo y espera de esas personas que, como lo mejor que saben hacer es fotografiar, han decidido usarlo como medio de denuncia y/o expresión. No juzgues a esos profesionales por los premios que les dan, ni por el dinero que ganan, o es que crees que cualquiera puede irse a Africa y mantenerse mientras se busca el objetivo deseado...

malabarista infernal dijo...

Querida Rincon, la opinión siempre que se manifieste con respeto no solo es un derecho sino casi una obligación, para eso hemos sido dotados de cerebro, y yo no creo que haya sido irrespetuoso, simplemente me hago preguntas.
Vivo con periodistas, y soy testigo diario de la flexibilidad de sus principios cuando estos entran en conflicto con sus aspiraciones profesionales, eso no los hace malvados, simplemente muestra la naturaleza humana.
Por supuesto es fantástico que haya personas que sean testigo de las maldades humanas y puedan dar testimonio, pero no siempre es una cuestión altruista, esa es la otra cara de la verdad.

Jacqueline Sokolovic dijo...

Qué tema tan complejo, malabarista.
Es duro tu texto así como el que colocaste sobre la historia del fotógrafo que tomó la foto de la niña fámelica. No sé que decir, me quedo perpleja con tanta humanidad inmunda. Un sentimiento muy extraño ver esa otra cara de la moneda siempre atada al dolor. No sé; guardo silencio...

Besos para ti.

malabarista infernal dijo...

No me malinterpretéis, no juzgo a las personas, ¿quién soy yo para hacerlo?, las personas como decía Tolstoi en Guerra y Paz solo somos peones en el juego de la historia, simplemente estámos aquí y representamos el papel que nos toca, mi reflexión se dirige a la especie y a la sociedad en conjunto no a una persona en concreto, que seguro que vale mucho más que yo.
Otro beso para ti Jacqueline, y una sonrisa

Anónimo dijo...

La labor de un fotógrafo es hacer fotografías para trasmitir emociones a quienes las veamos, es otra forma de arte, como lo es la poesía, la pintura, la literatura, etc...
Probablemente esa foto haya abierto los ojos a algunas personas, para quienes la realidad ruandesa o de otros tantos puntos de este planeta pasase desapercibida. Si además se ha plasmado de una forma artísticamente "bella", creo que el autor estará doblemente satisfecho por su labor.

Rincón oscuro dijo...

malabar, ¿por qué no haces una foto? No conozco esa parcela en tí, y a lo mejor se te da bien...Y hasta le coges gustillo. Sería otra manera de contar una de tus historias o poemas. ¿Te atreves?

Anónimo dijo...

No, no te estoy juzgando, malabarista. De ninguna manera. Seguramente, no me explique bien. Entiendo tu posición y la respeto. Sólo que es demasiado impactante el asunto, el tema a tratar, que es mejor, para mí, callar.

Todos lo besos colgados en las estrellas para ti...

¿Sabías que cada estrella en el cielo guarda una historia, un dolor o un sueño anhelado?

Ése es mi regalo real para ti y no te preocupes.
No te juzgo...no soy quien para hacerlo.

malabarista infernal dijo...

Rincon, la fotografía es un reto pendiente, pero primero hay que comprar una cámara, y ahora mismo llegar con 10 euros a final de mes es toda una quimera, pero queda pendiente. Un besazo
Jacqueline, yo también debí explicarme mal, no me sentí juzgado, pero a veces hasta a mí mismo me suenan fuertes mis palabras, solo quería matizarlas.
Las estrellas no solo guardan un dolor, una historia o un sueño, también guardan a un pequeño niño rubito y su rosa con espinas. En ocasiones mi mundo está más allí que aquí.
Me has hecho empezar el día con una sonrisa, ese es el mejor regalo.
Gracias.
Un beso infinito

Jacqueline Sokolovic dijo...

De nada y siempre sonríe...ahí se aloja una estrella que he venido soñando desde hace tiempo; y sigue dejando tu sensibilidad florecer en cada uno de tus escritos o poemas, se te agradece y mucho...


Miles de estrellas en un beso.