sábado, 31 de enero de 2009

El arte de aprender

Como comenté en un post anterior, una de las lecturas que más me han gustado últimamente fue el libro "El arte de empezar", de Guy Kawasaki, en el que trata de mostrar los puntos más importantes a la hora de montar una empresa en el mundo de la tecnología. Lo bueno es que habla en un tono tan plano que muchas de las cosas que lees en el libro se pueden aplicar en el día a día.

Supongo que a raíz de este título, que es bastante conocido en el mundo Internet, Gonzalo Álvarez tituló a su blog El arte de presentar, en el que nos ofrece muchas pautas sobre cómo llevar a cabo una buena presentación, tanto en el contenido como en el continente.

Y también me ha servido a mí como inspiración divina para el título de este post, El arte de aprender. Que la vida es un continuo aprendizaje no deja lugar a dudas, y cada vez soy más consciente de la importancia que tienes tanto tú mismo como la gente de la que te rodeas para no dejar de conocer cosas nuevas y asumir nuevos retos. Siempre que veo a mi amigo Quique le recuerdo que gracias a su frase, "nunca deberías arrepentirte de no haber hecho algo que deseabas, si no sale bien, mala suerte, pero al menos nunca te quedará la duda", conseguí el valor que de otra forma no habría tenido para seguir dando pequeños pasos en mi evolución y en intentar alcanzar lo que deseo.

Y gracias a mi amigo Daviz he tenido la oportunidad de dar un curso durante esta semana, 12 horas, 4 horas al día durante 3 días consecutivos. Y eso que el domingo por la tarde lo menos que me apetecía era darle las gracias por esta oportunidad, estaba acojonado en el hotel repasando qué iba a contar al día siguiente y pensando que era un coñazo, que a la gente no le iba a gustar, que iba a estar super nervioso y que sólo tenía temario para dos horas en lugar de doce. Incluso tuve la tentación de decir que estaba malo y quedarme encerrado en el hotel, a la mierda con todo. El resultado al final ha sido muy bueno, la gente estaba muy contenta con el curso, algún alumno me dijo que ojalá ellos sintieran mi ilusión en su trabajo, y que a ver si volvía a darles un curso-chapa, que les había encantado. Y todo eso sin salir de fiesta ni tomar unas cañas! En parte ya me siento pagado gracias a estos comentarios.

Y según volvía en metro con la ilusión brotando por mis costados, vi a una profesora que iba corrigiendo exámenes de lengua de sus alumnos: analizar dónde estaba el verbo en la frase, qué tiempo verbal era, persona y número, etc. Recordé épocas pretéritas en las que iba a clase y el profesor comenzaba a repartir los exámenes entre los alumnos, y lo que significaba el ver una nota de tu profesor con una "B", un "+" o un "P.A.". Y me quedé pensando en la importancia de tener ilusión por lo que haces y de saber que tus actos tienen una directa repercusión en un grupo de gente, y que cuando ese grupo de gente son niños, tanto la motivación como la ilusión deben estar por las nubes, al menos hasta que el cuerpo aguante.



1 comentario:

daviz dijo...

la repetición será mucho mejor!
la verdad que entiendo hoy precisamente lo que dices .. a veces nos metemos en cosas que no sabemos "quién nos mandará a nosotros" en el momento previo y el durante.

estaba seguro de que te iría muy bien!!