miércoles, 14 de enero de 2009

El Salvador: a la memoria y la verdad

Me encanta cuando las superpotencias juegan guerras en las casas de los demás.
Leo esta noticia:

España investigará a 14 militares de El Salvador por la muerte de jesuitas en 1989

y me pongo a leer sobre el tema. A ver de donde viene.

Resulta que el asesinato de los jesuitas fue uno de los eventos detonantes para que la ONU interviniera en la guerra civil salvadoreña, sucedida entre 1980 y 1992.
¿Ingredientes para un buen plato de guerra civil? Un gobierno militarizado de derechas, como no, que defiende los intereses la oligocracia del pais - un 10% de la población con el 80% de las riquezas nacionales versus el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (alias, los subversivos), una agrupación de izquierdas político-guerrillera. Me suena: una élite militar con un ejercito bien formado contra una agrupación más heterogenea de guerrilleros con más pasión que pericia.
¿Y cual es el condimento? Estados Unidos, apoya directamente con armamento y adiestramiento militar al ejercito salvadoreño, mientras que las guerrillas, son apoyadas por los sandinistas nicaragüenses que les ceden armamento procedente de la URSS.

Resultado: de guerra fría nada, guerra externalizada. Estados Unidos y Rusia batallan con marionetillas del mundo pobre.
Cuando Ronald Reagan tomó posesión del poder el 20 de Enero de 1981 presentó esa ofensiva, iniciada tres semanas antes, como una prueba del avance del imperio del mal – la URSS – en el patio trasero de su país.
El postre: casi el 2% de la población perdió la vida en el conflicto. Miles de niños y adultos mutilados por los campos minados, y la economía salvadoreña retrocede decenas de años. Que bien. La mera acción de Estados Unidos - una-palabra-tuya-bastará-para-sanarme - hubiera podido resolver el conflicto el año cero.

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