viernes, 20 de abril de 2007

Empatia

Hoy es viernes, por fin termina la "semana laboral", supongo que todo el mundo tendrá tantas ganas como yo de que llegue el sábado y que el maldito despertador pierda su poder perturbador.
Después de una dura semana de trabajo en la que el tiempo de ocio se ve reducido a su mínima expresión y en la que problemente el nivel de estress y de agobio en ese maldito lugar nos hace a todos perder un poco la chispa y la alegría puedo llegar a entender que el carácter de la gente y su disposición a la colaboración con los demás seres humanos esté algo mermado. Pero hay cosas que no puedo explicarme, os cuento, hoy subía en el metro como todos los días laborables para dirigirme al lugar donde cambio mi tiempo por dinero, como todos los días iba embutido entre cientos de personas con el espacio justo para poder respirar si no hinchaba mucho mis pulmones, tras unas pocas paradas hemos llegado a la de Embajadores, en ella siempre sube mucha gente, al estar los vagones llenos y tener que subir más gente las leyes de la física tienden a flexibilizarse y se produce el milagro de la compresión infinita de la materia. Esto no es agradable pero que le vamos a hacer, es lo que toca viviendo en una ciudad de 4 millones de habitantes. Estaba en esta situación cuando tras entrar unas pocas personas y empotrarnos todos juntos un joven que estaba a mi lado comenzó a increpar a una señora que acababa de subir, el joven la decía que no había sitio para más gente, la señora con mucha educación le ha dicho que habían pasado dos trenes llenos y que no podía esperar más (supongo que la mujer tendría que ir a trabajar y no podía estar una hora esperando a que la densidad en los vagones fuera menor), a esto le contesta el "adorable" joven que ese no es su problema, "que quiere que hagamos que nos empotremos?", y la mujer con mucha inteligencia decidió no seguir discutiendo con este "homo erectus" y soportar durante unos segundos la sarta de quejas aderezadas de un tono "chulesco" y "macarra".
Este amable joven había subido conmigo en Legazpi, primera parada de la línea, es decir, nunca se va a ver en la situación de la mujer puesto que en la primera parada siempre hay sitio. Por lo tanto la única manera de que comprendiera lo que le pasaba a la mujer sería que intentara "ponerse en su lugar". Lamentablemente esto es algo que en las ciudades cada vez se hace menos, cada vez somos más individualistas y egoístas y solo nos preocupamos de lo que nos afecta directamente a nosotros, importandonos muy poco lo que le pasa al vecino de al lado, al hijo de nuestro compañero, al inmigrante que llega a nuestro país....... la humanidad se deshumaniza y la empatía vaga en el recuerdo sola y abandonada.....

2 comentarios:

daviz dijo...

yo ya no sé si es empatía o falta de civismo y buenos modales.

Eso sí que puede que se esté perdiendo. La buena educación, hasta para dirigirte a tu peor enemigo.

El otro día en el metro de Paris me paso algo parecido.
Dije que los suburbios del sur eran modestos. Un ejemplo de eufemismo sería aplicar lo mismo a los del norte. Curiosamente, según avanzabamos hacia el norte de la ciudad en un vagón del RER A donde, como dices, las leyes de la física encuentran singularidades :), la densidad de paliduchos se redujo a mi y a otra joven obesa que tenía sentado delante de mi. De repente, la chica se levantó y se pusó a chillar como una energúmena a un francoafricano que se sentaba detrás. Apenas pillo el idioma hablado, como para entender el franchute a grito pelao, pero creo que era por algo de la prohibición de tabaco. El hombre negro miraba con sorpresa o miedo. Yo no sé si estaba fumando o no, pero yo no vi ni olí humo alguno y me dieron ganas de coger a la loca por el cuello y gritarla "eeehhh vaca gorda, ademas de no dejarme ni respirar con tus putos 120 kilos de peso me esta jodiendo tu puta mala educacion y tus putos chillidos, exagerada histerica de los wevos, no sabes hablar normal o q cojones te pasa, q x q no cabes x la puta ventanilla ni aunq fuera de 3x3 m., si no te tiraba a a las vias segun pasa el tren de vuelta"

Por supuesto, no dije nada. Hacer eso hubiera sido ponerme a su altura.

malabarista infernal dijo...

Todos tenemos en nuestro interior por pertenecer a la especie humana la semilla de la mezquindad, supongo que lo que nos hace civilizados es poder contenerla y sustituirla por la inocencia y la buena fe, eso en el caso de que seamos civilizados