miércoles, 20 de junio de 2007

Tristeza

Saludos compañera y enemiga

hace ya mucho que te conozco, siempre acompañaste mi camino, ni muy cerca ni muy lejos, a la distancia suficiente para que sientiera tu aliento cuando paraba a descansar en el camino, o cuando pequeños o grandes obstáculos me hacían dudar del objetivo final de esta aventura. Recuerdo tu abrasiva compañía en muchos momentos de mi vida, y como tenía que morder y gritar y patear al aire para conseguir hacer hueco en mi carrera y obtener la cantidad mínima de aliento para poder seguir huyendo de tu poderosa presencia. Desde chico me asfixiaba la idea de tener que correr siempre contigo al acecho, de no poder parar, tenías casi ganada la batalla. Pero ha pasado el tiempo querida compañera, y lo que antes eran pequeñas piernas, cortas y débiles a las que había que forzar para mantener el ritmo, ahora son duras y recias columnas, firmes como troncos de olmo, sólidas como rocas prehistóricas, y el pequeño puñal que blandía amenazante para asustarte se ha convertido en espada, que como la legendaria excalibur defenderá mi reino de tus ataques y devolverá cada una de tus dentelladas ampliada con mi rabia.
No dudes compañera, el castillo está bien defendido y los soldados listos y prestos para la batalla, tus tiempos de gloria están lejanos ya, y tus oportunidades hace mucho que pasaron, tu seguirás tenaz y buscona, olfateando mi rastro para atacar en cualquier descuido, y cuando lo intentes miles de dentelladas te esperan, patearé, gritaré y rugiré de nuevo y probarás el amargo sabor de tu derrota.

" Y veréis el resurgir
poderoso del guerrero
sin miedo a leyes ni a nostalgias
y caer una y mil veces más
y levantarse de nuevo
con la pura bandera de su raza"

Chinato

2 comentarios:

Unknown dijo...

eres grande malabarista. Tu post me ha recordado este poema que pongo al final. Enhorabuena por tu victoria, seguro que definitiva, y por tu lenta y segura construcción de lo que hoy eres.

Tristeza, despídeme de la nostalgia:

me voy a la vida que me espera
en el resto de pasión que habito.

(De ti bien sé que no puedo despedirme. Verás que ni lo intento.)

Dile que le agradezco los atardeceres
y perfumes que almaceno en mi pecho.

Dile, con cuidado, que ya no la necesito.

MANUEL DÍAZ MARTÍNEZ

malabarista infernal dijo...

el bello de mis brazos está enhiesto, que linda poesía.
gracias