miércoles, 9 de abril de 2008

Ingenieros en la frontera

Erase una vez, en una pequeña ciudad castellana, un joven a punto de ingresar en la universidad, contaba con solo 18 añitos, y estaba muy lejos de saber quién era y qué camino quería seguir. En esta situación escogió la carrera de Ingeniería Técnica Industrial, no sabía muy bien que se escondía detrás de tan rimbombante nombre, pero dado que se le daban bien los números y todos decían que con ese título se ganaba mucho dinero, pues hacia allí que se encaminó.
Tras cinco años de estudio, no demasiado intensivo es cierto, pero si sufrido, consiguió su titulación. Lo primero que hizo nada más terminar sus estudios fue realizar 6 meses de prácticas en una multinacional del automóvil, aquello fue una señal de lo que vendría después, naves mastodónticas, lúgubres, malolientes, horarios férreos y la sensación de convertirte poco a poco en una máquina, dejar de ser una persona para convertirte en un "recurso". Pasados esos 6 meses empezó la ardua tarea de buscar un empleo, y lo encontró con rapidez, su experiencia anterior tuvo mucho que ver. Este empleo en una pequeña ingeniería duró 3 años, tres años de horarios infrahumanos, con jornadas en ocasiones de 12 y 16 horas, con más de 1000 horas extra cada año, con más de 40 fines de semana trabajados en un solo año, trabajando todos los veranos, todas las navidades y todas las semanas santas, con un desmayo por el exceso de trabajo, con visitas al médico por unas calvas en la cara que al final resultó que se debían al estress,... en fin 3 años nada gratos. Un día por fin reunió las agallas para buscar otro trabajo y salir de un circulo viciado de compañeros fantásticos en lo personal pero rendidos a esa vida de humillación que le arrastraban inexorablemente. Encontró otro trabajo en otra ingeniería muchísimo mayor, de fama mundial... no tardó mucho en darse cuenta de que la situación no sería muy diferente a su anterior empleo, más y mejores medios pero la misma esclavitud de horarios.
Un año aguantó, y tras ese año cambió no solo de trabajo, sino de ciudad, en busca de nuevos horizontes, en busca de la ilusión perdida.
Estaba en la gran ciudad, 6 millones de personas apiñadas en unos cuantos kilómetros cuadrados, una inmensa oferta de todo, una inmensa demanda de todo. Consiguió un empleo peor remunerado que los anteriores pero en un sector nuevo, intentando merecerse una mejor suerte. En parte lo consiguió, pues nunca más volvió a trabajar un fin de semana ni días festivos, pero a cambio estuvo un año viajando todas las semanas a Córdoba, teniéndo de nuevo la sensación de estar a muchos kilómetros del lugar donde transcurría su vida, teniéndo de nuevo la sensación del burro en la noria. Pagó un alto precio por ese tiempo, las cicatrices en su alma así lo atestiguan.
Nuevamente buscó otro cambio, esta vez a una empresa que no fuera de ingeniería, o al menos no de la manera a la que estaba acostumbrado. Empezó en una empresa de venta de material electrónico muy específico. Horarios mejores, menos responsabilidad, más dinero,.... en fin, unas condiciones mucho mejores, pero un nuevo precio a pagar, todo el día rodeado de personas con un pensamiento retrógrado y clasista, escuchándo permanentemente comentarios homófobos, xenófobos, racistas,..... de nuevo fuera de su sitio, y esta vez con un agravante mayor, con el paso del tiempo nuestro protagonista fue acercándose cada vez más a sí mismo, a quien quería ser, y quien quiere ser está a años luz de lo que le rodea en este lugar.
Y cansado de tanto cambio se pregunta ¿es posible encontrar la ilusión trabajando de ingeniero?
¿hay algún proyecto, renunciando a lo que sea, que me permita sobrevivir sin sentir que prostituyo mi alma por el vil metal?
Seguiremos buscando.....

4 comentarios:

Unknown dijo...

No dejes de buscar... es una gran virtud. Gritemos un no grave al apalancamiento. Odiemos al apalancamiento. Uuuuuuhhhhhhhhh

Anónimo dijo...

Yo me siento bastante identificado, la misma carrera, los mismos curros y las mismas frustaciones.. Yo me quemé prontísimo tio, mucho antes que tú creo, y andé como pollo sin cabeza(laboralmente) hasta hace poco, que como ya sabes creo, ando estudiando una opo, facilita(bueno no tanto..) pero bueno, creo que aprobando tendré mucha mejor calidad de vida, que es de lo que se trata.
Ahora estoy en logroño un tiempo estudiando y nada más, te mando un abrazo muy fuerte desde la rioja y suerte con todo vale? Ya nos veremos.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
malabarista infernal dijo...

Que tal little, si, la verdad es que el mundo de la ingeniería no es lo que pensabamos mientras estudiabamos, yo creo que tu y yo lo vemos de maneras diferentes, pero con insatisfación en cualquier caso. Habrá que seguir buscando caminos.
Cuidate y suerte con la opo, un abrazo campeón.