Cuando tomo café, ando y escucho música a veces mis pensamientos se ponen a divagar de forma incongruente, saltando de un lugar a otro sin casi percibir dónde van, o siquiera dónde voy yo, hacia dónde camino. Sobre todo cuando el día esta nublado, y sopla ese aire eléctrico grisáceo como cuando amenaza una gran tormenta, pero a veces no cae nada. Estaba tan concentrado que no recuerdo nada, o casi nada. Pensé en Salvador también, en los colores de las casas, las camisetas de Olodum, Michal Jackson com una camiseta demasiado grande, blanca, en los colores de un libro de Keith Haring que vi en FNAC la tarde anterior, en un edificio que vi en Paulista que me recordaba a algo y no conseguía recordar el qué, y de repente, estaba viendo una exposición de algunos de los diseños de Haring en Caixa Cultural. ¿Pero eso fue antes o después del temaki? Porque ya fueron varios, dos para merendar en Rua Augusta, dos para cenar en Alameda Santos. Entonces, comenzó a llover, y no fue como en Argentina, aquí simplemente se hizo de noche y casi todo quedó desierto.
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