Acostumbrado a mudanzas, dejar atrás un piso no me supone un gran ataque de nostalgia. En cambio, el hecho de que de alguna forma todas tus pertenencias te acompañen en una maleta o se queden en cajas esperando tu regreso es algo cuanto menos extraño cuando has pasado ya la treintena, señal de que precisamente lo que se dice asentado no estás. Cada despedida de una persona cercana es un pequeño pinzamiento porque eres consciente de que no la tendrás cerca durante los próximos meses, y si en algo me siento afortunado es en poder disfrutar de la gente que me rodea.
El caso es que tengo un maletón enorme lleno de cosas que creo que no usaré, pero por si acaso... me había jurado llevar únicamente lo imprescindible, no sé si lo conseguiré.
Un sentimiento de libertad diferente al sentido hasta ahora, una nueva experiencia, una forma quizás de sentirme de nuevo más joven y más vivo.
2 comentarios:
que genial!
esa sensación es única, rara, y escasa. esas mariposas en la barrigua, verdad?
disfrutala mucho, amic!
no se cuando te vas, pero .. buen viaje!!! y muchos abrazos.
ahora tendras que escribir mucho mas en este blog sobre la experiencia del oriente proximo!
pero...donde vas??? a la india? :)
abrazos!
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