Entendia lo que tenìa que entender. Hablaba, porque había que hablar. Sentìa porque... a veces, siquiera sentía.
Y cuando buscaba la razón misma de la existencía, no encontró nada.
Y es que no había nada para encontrar.
Desde un punto de vista biológico la razón última de vivir parece ser mantener ese estado particular de existencia, la vida, ora sobreviviendo, ora creando descendencia, lo que quiera que sea que garantice la especie.
Desde un punto de vista humano, el fin sublime del hombre es dejar a los que nos siguen un legado científico o artístico.
Pensando así, parece que vivimos para legar, bien sea carga genética o conocimiento, y lo peor no es eso, es que la mayoría de las veces olvidamos que estamos viviendo. Y casi ninguno aspiramos a dejar legado alguno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario