viernes, 20 de agosto de 2010

Dos reales por tus ilusiones


Cuando tenía diez años mi hermano me empezó a meter por los ojos los comics de Marvel. De todos los que él compraba y leía, yo me quedé enganchado con la Patrulla X, los X-Men. Se me disparaba la imaginación con sus aventuras, con ellos viajé al África negra, a Japón, Londrés, a Egipto, a París, Nueva York, al espacio, al mundo perdido, al pasado, al futuro, aprendí unas palabras de alemán, otrás de francés, a decir gracias en ruso, y a soñar cosas fantásticas, a ilusionarme cada mes cuando leía y releía las historietas, aprendí mucho inglés y hasta a dibujar. Estuve leyéndolos durante años, hasta que echaron de la serie a Chris Claremont, el escritor británico que contó sus historias durante dieciséis años, desde que era una colección a punto de cerrar hasta que se convirtió en un superventas conocido. Hoy en día todavía me gusta su propaganda ética "odiados y perseguidos por ser diferentes" y me da añoranza esos días que disfrutaba tanto la lectura de personajes tan raros, es muy dificil que hoy en día me emocione leyendo algo, o viendo una película como entonces. Cuando estaba en sexto de EGB, los martes era un día especial, jugabamos al baloncesto en clase de gimnasia y yo me moría de ilusión porque mi hermano llegaba de Valladolid, en donde había la única tienda especializada de comics de la región, y me traía algun número atrasado, una joya para mi imaginación. Después de aquellos martes de comics, han tenido que pasar veinte años hasta los jueves sputnik para sentir una emoción así por un día de la semana (aunque claró está que los viernes siempre fueron y son viernes).

Hoy salía de la piscina, y en la verja de la iglesia de la esquina, un sintecho estaba vendiendo auténticas joyas del principio de Chris Claremont en la Patrulla X y del final, cuando estaban increiblemente dibujados por Jim Lee. "¿Cuánto valen estos dos?", le pregunté, dos muy antiguos, no creo que se encuentren ya en casi ninguna parte. "Mano, vivimos en la calle, dos reales, para comer".

Eso es lo que valen mis más viejas ilusiones, dos reales. Las mias, y las suyas, me imagino que un día él, o alguien, compró aquello, lo leyó con toda la ilusión, y ahora se venden por menos dinero de lo que vale el papel donde están impresos.

La miseria deprecia hasta las ilusiones más antiguas, las más estremecedoras.

2 comentarios:

Xicoatl dijo...

los comics estaban en portugues?

daviz dijo...

estavam, sim.
Da para praticar portugues assim, e nao só emocionar-se

abraços