viernes, 20 de agosto de 2010

10 días en Tel Aviv


El 10 de agosto llegué a Tel Aviv con muchas incertidumbres por delante, tres meses para vivir lejos de la ciudad que durante los últimos cinco años ha sido mi casa, volver a compartir piso, cambio de trabajo, inglés y no español alrededor...

Nada más llegar al aeropuerto, primer contacto con el mundo israelí a manos de Noy y Shaham, las dos personas de Jajah que fueron a buscarnos al aeropuerto. Hace unos días le mandé un mail a Noy, "Please feel free to get a notice board with Jajah or Telefonica written at the airport, my whole life waiting for this welcome! " y efectivamente allí se presentaron con un cartel dedicado para cada uno de los tres integrantes de la flota española que llegábamos el martes a Tel Aviv. Taxi para acercarnos a casa, y el conductor da rienda suelta a la primera inmersión cultural. Resulta que es sefardí, descendiente de los judíos expulsado de España en 1492. Habla Ladino, una lengua que hereda del castellano y que se habla fundamentalmente en Israel y Turquía.

Nuestro apartamento está en el norte de Tel Aviv, en un barrio en construcción en el que abundan los rascacielos de treinta pisos aprox. Al parecer es una de las zonas nobles de la ciudad, al lado de las torres Yoo, viene genial porque está justo al lado de la salida para ir a Ra'anana, la ciudad donde se encuentra Jajah. Una de las habitaciones tiene una puerta especial y está recubierta de acero, no tiene aire acondicionado y una salida de aire especial, parecido a un extractor. Al parecer todas las nuevas construcciones están obligadas a disponer de un cuarto "del pánico" como lugar de seguridad ante un posible conflicto.

Tel Aviv es una ciudad en contínua ebullición, quizás más en verano, con tiendas y restaurantes abiertos las 24 horas. Ni siquiera descansa en Sabgath, el día en que según el judaísmo no se debe trabajar en absoluto: "For six days, work is to be done, but the seventh day is a Sabbath of rest, holy to the LORD. Whoever does any work on the Sabbath day must be put to death." (Exodus 31.15). Curioso, el ascensor de nuestro rascacielos tiene una luz que indica si el ascensor está en "modo Sabbath", que implica que se irá parando secuencialmente en todos los pisos del edificio, y de esta forma no es necesario pulsar el botón del piso, acto prohibido para los más fieles religiosos. Tiene una playa estupenda que la gente no cuida demasiado, pero la arena y la limpieza del agua no tiene nada que ver con Barcelona. Es una ciudad aparentemente segura. Todavía no he visto ningún arma, algún soldado pero sin estar de servicio. Mucho coche pero ya nos movemos sin problemas con nuestro querido Ford Fiesta.

Mil cosas por descubrir en lo dos meses y medio que quedan por delante... esto es sólo el principio.

2 comentarios:

daviz dijo...

extraño no?
disfrutalo, esos primeros dias son de los que seguro se te quedan ahi grabados a fuego!

abrazos

malabarista infernal dijo...

que buena pinta la nueva aventura... ya nos iras contando.
Abrazo Henry