He llamado al ascensor, pero la luz del botón estaba fundida. Llevaba los cascos puestos, y no podía oir el motor, con lo que no podía saber si el ascensor estaba bajando o ni siquiera si lo habría llamado. Y aun así me he quedado allí esperando, sin ninguna señal ni certeza de que fuera a llegar ningún ascensor.
Pensandolo bien, es una buena metáfora de vida.
"La paciencia mató al sueño"
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