El viaje a San Miguel de Allende me pareció cuanto menos curioso. En cada parada de las muchas hasta Querétaro, se subía el enésimo tipo a vender comida, bebida, o el gel ultracurador de todos los males mundiales del mundo, o un descanso de conciencia para la última ONG anti droga.
Además, en los autobuses en México sí que está permitido y es una práctica habitual que la gente vaya de pie en el pasillo en trayectos entre ciudades. De hecho, debe ser algo así como un pasaje de segunda. ¡Pero tres horas de pie...!
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