Ya de nuevo en el aeropuerto de Cartagena, de regreso a la sabana. Acabo de comprarme un libro de un escritor colombiano, que no es Garcia Marquez para variar, y la vendedora me ha prometido que me encantará, avalado por un premio UNESCO por la forma en que trata la esclavitud negra en esta parte del Caribe.
Ahora recuerdo cuando llegué hace un par de días; la travesía del taxi desde el aeropuerto hasta Bocagrande, discurriendo por las curvas que a un lado dejan un agitado mar de las Antillas, y a otro la plaza fuerte y murallas de la ciudad vieja. Ese trayecto me recordó de repente -ahora sí- a un cuento de Marquez que narra una escena en la vieja Habana donde un coche se estampana contra una casa colonial en un paseo ciertamente muy similar al que mi taxi recorría. Ahora sé en que se inspiró García Marquez para detallar esa escena. Sin haber estado en Cuba, presiento que La Habana y Cartagena guardan parecidos: el calor y la humedad, la gastronomía caribeña, la arquitectura colonial - con sus mansiones amarillo américa, de paredes resquebrajadas, tejados hundidos sobre la vista desde el baluarte-, el mar cálido, el acento caribeño, y como no, la gente negra.
"Los negros mataron a todos los españoles, eh?" me dice un barranquillero de ascendencia árabe sobre uno de los muros de la ciudad fortificada. Es el único sitio donde la brisa del mar hace que se pueda estar a esas horas. Y tiene razón, quitando los turistas, apenas hay "mestizos" colombianos, ningún blanco.
"She lo tendrian meresido shin duda", le digo, imitando el acento de los paisa, que me resulta más fácil que el costeño. "Pero no, man, hushlleron a Antioquia. No vesh que todosh shon blancosh en Medashllo?"
El gesto de su cara corrobora que los del interior y la costa tienen mundos separados y normalmente no se mezclan fácil.
Con esa reflexión en mente, después me bajo de la muralla a la Ceiba en frente de la torre del reloj, a probar diferentes combinaciones de jugos de frutas tropicales que nunca conocí antes, como guayaba, tamarindo, borojó, guanaba, lulo...
2 comentarios:
No crei que no hubieras comido antes guayabas, tamarindo o guanabanas... yo crecí con ellas, pero claro, ya ves como son las cosas, en mi vida habia comido jamón serrano o turron de jijona
... ni te zumbaste una botella de Rioja practicamente tu solito!
las frutas tropicales, mucho mas sanas, donde va a parar.
pues si, ya estaba yo el año pasado maravillado con el descubrimiento de la papaya, y ese fruto "lucuma" del perú. además, he descubierto la yuca, que si que la he visto en algunos supermercados de España, pero no la había probado antes. Creo que le pediré a Rincón que la próxima vez que me invite a una rica sopa de invierno, le eche yuca (yo la llevo :)
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