Estamos en el tramo final de nuestro viaje, hemos recorrido la Transilvania medieval, los impresionantes Carpatos, y la sorprendente Moldavia, con un contraste absoluto entre la noche y el dia, en este ultimo se palpa la vida y el ajetreo, pero al ocultarse el sol, como si de una maldicion se tratara se esconde todo rastro de vida, y los pueblos quedan envueltos en un impenetrable manto de silencio.
Lo mas interesante de este viaje no han sido los maravillosos paisajes, ni tampoco los admirables contrastes en una pais tan rico por lo variado, sino el comun denominador de la gente, su hospitalidad, su amabilidad. Dado que no hablamos su idioma y que mi ingles deja bastante que desear y el suyo en muchos casos tambien, la comunicacion requeria un extra de esfuerzo, que no estaban para nada obligados a hacer. Pero aunque no tuvieran porque hacerlo, toda la gente que hemos encontrado lo ha hecho. Todos se han esforzado en hacernos sentir comodos, en ayudarnos en lo posible, y nos han dado una leccion de cuan estupidos pueden ser los juicios a priori, y las opiniones trasladadas de boca en boca sin ningun fundamento. Hoy hablamos con una pareja de rumanos que nos han estado contando mil cosas sobre la situacion de Rumania y la historia que arrastra, y nos han trasladado lo molestos que se sienten con la opinion que de Rumania se tiene en otros paises supuestamente mas avanzados, opinion llena de prejuicios y vacia de realidades. No podremos cambiar la opinion del mundo, ni tan siquiera lo pretendemos, solo puedo decir que yo he aprendido mucho del ser humano y de mi mismo gracias a su actitud.
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