martes, 1 de septiembre de 2009

El perfume

Hace aproximadamente un año durante un descanso en Andorra encontré una colonia que me encantó. El día que la probé me puse "un disparo de dosificador" en la muñeca y durante más de un día todavía conseguía descubrir el olor impregnado en la piel. Al día siguiente decidí comprarme el bote más grande que me permitiera transportarla en avión sin tener que facturar la maleta, 100ml.

Durante varios meses la utilicé a diario, y poco a poco fui descubriendo que el olor que al principio parecía durar varios días, conforme pasaba el tiempo no pasaba de ser un breve recuerdo del momento de apretar el dosificador. Durante una semana de viaje no llevé esa colonia, y al volver a casa y retomar mi querido frasco de perfume, descubrí con cierta sorpresa que ese olor característico de nuevo me acompañaba durante todo el día. Mi sentido olfativo necesitaba un descanso para volver a valorar esa sensación.

¿Cuántas veces nos pasará algo similar con algo más importante que una simple colonia?

3 comentarios:

daviz dijo...

a mi, amic, me pasa con las hamburguesas del Burrikin. Ya sé que no es el ejemplo más idílico, pero es el que me viene a la cabeza ahora mismo!

que cuadro más bonito, por cierto. Últimamente estás poniendo imágenes muy bonitas...

malabarista infernal dijo...

cienes de veces Henry, cienes...
abrazo

Unknown dijo...

Daviz, viva el burrikin! No todo tiene que ser lírica :D.

Me alegro que te mole el cuadro, no quería desmerecer a la ola de Kanagawa :-)

Malarabista... exactamente.