jueves, 14 de enero de 2010

Metáfora II

Iba a escribir un post sobre las aceras, sobre las banquetas de Polanco, banquetas altas pintadas de amarillo, resquebrajadas, horadas por raices de árboles. Banquetas que suben, que bajan; banquetas que acumulan agua de lluvia en sus rajas y agujeros, banquetas que alimentan hierbas en sus grietas; que forman charcos, que se vuelven resbaladizas cuando llueve. Banquetas que tienes que mirar, y reconocer al caminar, para no tropezar. Banquetas que te hacen mirar al suelo,...

Pero al final encontré algo peor que las aceras polanqueñas, que al fin y al cabo, no son más que banquetas viejas. Una escalera mecánica parada, ¿arrancará al bajarla? La incertidumbre en el suelo.

3 comentarios:

malabarista infernal dijo...

Un tiempo de reposo, una buena revisión y todos los motores vuelven a arrancar.... es solo encontrar las piezas defectuosas y sustituirlas por otras más nuevas, más limpias y engrasadas...

daviz dijo...

que puedo decir, M,... solo mandarte un abrazo!

malabarista infernal dijo...

Otro grande para tí hermano, de esos que saltan montañas y surcan océanos y cuando llegan al objetivo trasladan la calidez de las tardes de invierno entre amigos y cervezas...