¿No es una estampa inspiradora con la que desayunar? Una terraza sobre
el pueblo, modesto, brisa suave sobre la bahía, barquitas de
pescadores meciendose, poca gente, nada de desarrollo turístico y
temperatura ideal.
Me recuerda a uno de esos rincones perdidos del Mediterraneo que ya
nadie sabe donde están y si están.
Llevamos tres días por las bahías oaxaqueñas, desde el Istmo
rudimentario al desbordado Huatulco, y ahora nos despedimos de la
costa desde Puerto Angel, este rincón perdido del Mediterraneo que
espero que no se encuentre demasiado.
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