lunes, 17 de noviembre de 2008

Pasado



La primera vez que estuve en la ciudad de México lo dediqué al arte y la historia prehispánica. En la segunda visita, fue el turno de la historia de la colonia, de Nueva España, la Independencia y la Revolución. Ahora, en esta última visita, le ha tocado el turno al México del siglo XX, al arte contemporáneo y sobre todo a los artistas post-revolucionarios que quisieron redefinir el alma del país, el arte nuevo sobre el pueblo. Así que acompañado de mi buen amigo Jesús, fuimos a visitar el Museo Nacional de Arte, la Casa Mural de Diego Rivera en la Alameda Central, la Ciudad Universitaria de la UNAM y la Casa Azul de Frida Kahlo y Diego Rivera en Coyoacán. Pese a todo, lo que se querían esos dos, ay que ver.

Y para terminar la visita, como casi adivinó Rincón, nos dedicamos a recorrer las librerías de Bellas Artes y las compraventas de libros de la calle Donceles en busca de los imposibles libros de autores mexicanos del XX que yo tenía anotados desde hace meses. Parece que la wikipedia recomienda novelas mexicanas que no fuimos capaces de encontrar.

Ya terminando el fin de semana, con esa asquerosa sensación de domingo que teníamos, le pregunté a Jesús si se sentía muy mexicano. Estuve pensando en la internacionalización de lo mexicano que Diego y Frida habían estado tejiendo por el mundo, junto con tantos otros artistas mexicanos. Y en general, la relativa bonanza que se vio en México en lo económico y artístico...¿existió realmente? ¿qué queda de todo eso? Una extraña sensación de tristeza, pensando en el paseo por la plaza en Coyoacán y por la Alameda Central, llena de puestos y vendedores, llena de gente del pueblo cuya mayor aspiración parecía ser salir el domingo a la calle, comprar unas nieves en el puesto, o cualquier otra chuchería y dar una vuelta por el mogollón. Tal vez como en España, la plaza del MuNal abarrotada de gente sentada en cualquier sitio, y en el interior, en el museo, prácticamente nadie.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces puede entrar la tristeza si uno ve el lado negativo. Si, se puede uno fijar en los puestos ambulantes y en la gente que no quiere cultivarse, pero afortunadamente los museos en Chapultepec, en Coyoacán y en el centro histórico me suelen tocar abarrotados. Ahora que abrió el museo de la UNAM había tales filas que había que llegar antes de las 9am para poder entrar. En las exposiciones de los faraones del Museo de Antropología fueron semanas y semanas de filas interminables los fines de semana. Me da gusto ver esta cultura y gusto de los mismos citadinos por los museos. Lo que rara vez encontré en personas de otros países o de otras ciudades de México.

daviz dijo...

hola Anónimo!
pues quizás sea la hora, o el día en que hemos acudido.
Yo he visto el Palacio Nacional con mucha gente, y la Casa Azul también había una cola razonable, pero en los museos de arte, como el Munal en el centro histórico, o los museos de arte moderno, y de arte contemporaneo en Chapultepec estaban bastante bastante vacios.
Me llamo la atención precisamente el ver el exterior del museo un domingo tan abarrotado,y el silencio en el interior.
Tal vez fuera casualidad, ojalá, verdad?
PD- el museo de antropologia es impresionante! no me extraña que haya gente. Yo me quedé con ganas el año pasado de ver una expo temporal que comparaba Egipto con los pueblos mesoamericanos.