miércoles, 24 de septiembre de 2008

¿quien decide por mi?

Hay un asunto que sale a luz pública de manera recurrente y sobre el que todo el mundo opina, unos con más razonamiento detrás, otros con más moralina, otros pensando solo en sí mismos,.... y casi todos opinando desde la barrera, valga el símil taurino. La prostitución y su posible legalización. La ministra de igualdad Bibiana Aído ha presentado un borrador sobre la prostitución, en él reflejan una serie de medidas para proteger a las mújeres obligadas a prostituirse por sus proxenetas, entre ellas la protección si deciden denunciar. Algo que parece muy razonable pero que según las organizaciones que defienden los derechos de las prostituas como Hetaira se queda corto puesto que sigue interpretando que la prostitución es algo a extinguir. La postura que critica Hetaira está bastante reflejada en el siguiente artículo de Amalía Fernández titulado: "¿Legal? no, la explotación no es una relación laboral", por supuesto quien dice esto es una persona con una formación universitaria y un trabajo que le reporta una sustanciosa cantidad de dinero a final de mes. Ante estos planteamientos a mí se me ocurren algunas pegas, primera y principal a propósito de este fragmento:

"Puede argumentarse que, sin explotación, algunas mujeres podrían libremente querer prostituirse. Aún en este hipotético caso, habría que recordar que no siempre el consentimiento legitima una práctica ni la convierte en un trabajo."

¿quién decide lo que es un trabajo legítimo?, ¿esta señora?, ¿un grupo de jueces?, ¿la mayoría popular?, es decir, ¿tiene alguien derecho a prohibir a otra persona hacer uso de su propio cuerpo como le venga en gana?, la verdad es que yo creo que no, pero además de eso se me presenta un segundo dilema, si a una persona se le prohibe ejercer la prostitución si así lo desea ¿qué se le ofrece a cambio? ¿un trabajo que le tribute las mismas ganancias y que sea "honrado" o un trabajo miserable en el que gane una basura que casi no le permita vivir?.
Es muy sencillo hablar de explotación y de dignidad detrás de un escritorio dentro de un despacho, y muy pretencioso juzgar sobre la dignidad de los demás cuando uno no comparte su destino.
!Proporcionemos derechos y libertad a todos y dejemos las moralinas para el ámbito privado!

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