viernes, 26 de septiembre de 2008

Grosshansdorf

He vuelto a estar allí. Mirando a través de la ventana del salón el lunes por la mañana. El cielo blanco sucio, olor a húmedo, pero no de ciudad mojada sino de tierra fresca y fértil, y los mirlos dando saltitos de rama en rama, gorjeando. Y entonces he vuelto a tener esa percepción de quietud y calma, con la diferencia de que las cortinas no son naranjas, sino de color hueso, y que no estoy sobre la cama sujetando un cigarrillo de marihuana, sino sentada en el sofá, sosteniendo a mi hija con los brazos, y que al mirar a la derecha no veo un bosque sino un parque, y que el murmullo que se oye no es del tren, sino del lejano tránsito de la autovía. Pero ha sido como volver a estar allí.

2 comentarios:

malabarista infernal dijo...

entre los distintos peldaños de la escalera de la vida siempre hay un hilo conductor que los conecta, una barandilla a la que asirse...
y que llega de ciudad en ciudad para unir nuestros recuerdos y a nuestros seres queridos..
un abrazo que surque los cielos mami... y te lleve mis besos

daviz dijo...

éste me ha gustado mucho más.
corto e incisivo!