miércoles, 17 de marzo de 2010
Monotema
Doce horas de autobuses michoacanos después, y sigo pensando en Cuba, y en la Habana, pensando en ella un poco entristecido.
Ahora que leo sobre Rincón la Apóstata y el catolicismo, no me puedo imaginar cómo se puede construir una cárcel en el paraíso terrenal, sin rejas, es antinatural. No me lo puedo imaginar, pero sí lo puedo contemplar, se puede notar, está ahí en los recuerdos. Porque esa isla es una cárcel. Una cárcel brillante y lustrosa, y que se cae a pedazos.
No quiero obsesionarme, pues los recuerdos están fresquitos, acabo de volver, y uno siempre tiende a dar la brasa con sus vacaciones, esto es como sentaros a todos y enseñaros las dos mil veintinueve fotos del viaje de marras, o mostraros los souvenirs y la artesanía, pero y qué, si mejor lo hago mientras todo esta aquí reciente en mi cabeza, antes de que se me olviden las cosas. Lo escribo para que cualquiera que quiera lo lea, sí, pero también para que mi yo futuro, que es bastante voluble, pueda acordarse de esto, pues para mi, somos personas distintas, especialmente cuanto más lejos en el futuro, y creo que es bueno lanzar este recordatorio hacia adelante, a ver quién lo toma.
Seguro que existen sitios terribles en el mundo, lo existen de hecho, donde la pobreza, las guerras o las dictaduras tienen acorraladas a la población. O quizás no tan cruentos resultados, pero sin ir más lejos, existen muchas antiguas repúblicas soviéticas donde la sobriedad es un eufemismo poco afortunado, como el de Cuba, que casi podemos considerar otra provincia satelital de la URSS. El problema con Cuba es que no está en Siberia, aislada del mundo y saliendo adelante como puede. Cuba está en medio del Caribe y disfruta de un entorno turístico envidiable, y un flujo de visitantes (y de caja, espero) también envidiable, no está en una estepa aislada, y el pueblo cubano tiene que ver como los turistas disfrutan de un paraiso paralelo a su realidad. Un sistema capitalista creado eficazmente para sostener el insostenible socialismo cubano, al final es como montar un parque temático de Disney en medio de una cárcel, para que los visitantes felices puedan involuntariamente restregar a los reclusos lo que es la libertad y lo que es tener demasiado. O montar banquetes lezamianos en cualquier pueblucho de África donde la gente se muere de hambre. Es el contraste fomentado. Solo pensar en los desayunos hoteleros, o en cualquier todo incluido de Varadero. Un cubano medio le cuesta imaginar esa variedad sólo para el desayuno. Y claro que yo no desayuno así todos los días, pero si me diera la gana me podría montar mi propio buffet en casa todos los días, o al menos desayuno lo que se me antoja cada día, y hasta si quiero, no desayuno, porque sé que puedo comer cualquier cosa más tarde, en cualquier momento, porque lo nuestro no es una pirámide de Maslow, es más bien un tobogán facilón en los primeros escalones.
Ahora, haciendo balance, apenas he hecho gran cosa en la Habana estos días. Pasear por el Malecón desde Vedado a la Habana Vieja, pararme a ver el Caribe, observar que hace la gente, admirar la arquitectura comunista y lo que hace el paso del tiempo, ver pescar a los pescadores con cualquier cosa, incluso montados en una rueda de noche, pasear por las calles vivas de Habana Centro, sentarme en cualquier sitio, en un banco del Paseo del Prado, en el escalón de una casa, o en una columna de una plaza, no hablar con nadie, hablar con mucha gente, mucha, conversaciones cortas la mayoría, y en muchos casos muy repetidas. Los cubanos están aproximándose a cada rato a los extranjeros, muchas veces por puro interés, por el billete, por ver qué pueden sacar; otrás solo por conversar, por la curiosidad hacia el que viene de fuera, el soplo ese de aire, por salir un rato de la isla, supongo. Todos te cuentan cosas parecidas, y la mayoría prefiere no opinar de política "porque para qué, no servirá de nada". Resignación cubana. Luego está el aventurado que claramente sabe y dice, eso sí, con voz más bien velada, que sabe que vive en una dictadura. Y todos, una vez tuvieron un ideal revolucionario, creyeron en Fidel y en su causa, pero ya no, todos tienen ojos, estomágo, un sueldo que no da para nada, y una cartilla que se termina a los diez días. "y luego, pues el cubano siempre inventa. Siempre sale adelante." ¿Cómo inventa el cubano? Pues tratando de robar algo de dinero al estado, me dijeron que hay un margen que permite el estado según la categoría social a la que el cubano de turno pertenezca, porque incluso en las revoluciones hay clases. Otra posibilidad grande es el turista, desde pedir dinero a jinetear, o reclamar su solidaridad, o estafarle, que la estafa tiene muchos grados, como el agente de correos idiota que se pensaba que yo no hablaba español. La otra opción de inventar es el contrabando, vender al margen del estado, desde ropa a electrónica u otros consumibles, pero que no te pillen, como al marido de la chica embarazada del Prado del que hablaré otro día. Tres años de cárcel por querer inventar cómo salir adelante, vendiendo comida al margen de las tiendas del estado. Todo es del estado en este 1984 caribeño, menos sofisticado y algo desgastado, afortunadamente. Recordé lo que Villar dijo, en no se qué pueblo entre Madrid, Segovia y Soria: la revolución cubana es una estafa.
Todo esto me lleva a dos conclusiones, una muy clara, muy bien aprendida por todo el que salió de su pueblo iconofilo.
- La verdad no existe, no la busques por ahí, y menos en la imagen de un treintañero con una estrella roja en su boina. Yo también escucho a Manu Chao, y grupos como Canteca de Macao que tienen la palabra "revolución", "libertaria" en la punta de lengua, supongo que porque pega dentro de su audiencia, pero ay, pensamiento crítico no es oponerse, oponerse a todo o a cualquier cosa, sino tener juicio, tener pensamiento propio, y equivocarse y reconocerlo. Y viva Aristoteles.
- La mayoría de las series que veía de pequeño eran replicas de la cotidianeidad humana, pero representada por animales humanoides u otros bichos actuando como seres humanos. Vease Fraggel Rock, los Pitufos, la Aldea del Arce, Dartacán, Willy Fogg, qué se yo. Todas estas series, por lo general, transmiten a los niños ideales neutros, valores éticos. Me pregunto si siempre ponen bichos actuando como humanos en estos dibujos animados porque ya todo mundo sabe que un humano jamás se comportaría de forma tan noble.
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4 comentarios:
plas, plas, plas, (aplausos)
no digas que no has hecho nada en La Habana. Has hecho mucho más que la inmensa mayoría que allí viaja.
Admirable tu discurso.
Una Revolución deja de serlo una vez conseguido el ideal por el cual se luchó. En el caso de Cuba derrocar un dictador. A partir de ahí ya no hubo "revolución", sino "instauración" (política). Quizá por eso Fidel aún no se haya quitado la barba, como decías en otro "post".
Buen post amic y buenas reflexiones. Yo también escucho a Manu Chao, y llevo una pulsera con el careto del Che, y tengo muchas ganas de ir a Cuba!
Muy bueno lo de la barba y revolución/instauración de Rincón.
best,
H.
gracias "camaradas" :)
hacia mucho que no escribía una entrada tan larga, creo que eso da idea de todo lo que se me pasó por la mente estando allá.
H: amic, este post se lo dedico a tu pulsera :)
R: y tanto! tampoco hubo guerra(illa) por lo visto.
M: bravo!encore! (para ti también)
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