Los parques de Mexico se me antojan con seña de identidad propia. Son
medio boscosos, con arboles muy altos, distribuidos arbitrariamente, en
apariencia; son todo sombras, sin césped en el suelo, solo pura tierra
mezclada con lo que cae del cielo, y alguna planta rasa de las que
arrastran grandes hojas verdes.
El Parque Lincoln me recuerda a lo que sería hoy la Alameda Central en
el mural de Rivera, que vino huyendo a la ribera poniente: los que
tienen dinero, despilfarrandolo, y los que no lo tienen, tratando de
sacarlo; todos en el mismo sitio, unos ignorando a los otros.
Y lamentablemente, Heisenberg, no lo digo como observador externo.
2 comentarios:
me gusta la comparación con el mural de Rivera :)
:))
alguna joven promesa de la pintura mexicana se atreve a hacer la version Lincoln?
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