El diario perdido en Chiapas, que Rincón se esmeró en preparar para
el viaje por Rumanía.
El colgante con la cruz inca que me regalaron en Cuzco, ahorá estará
tirado en el suelo de alguna parte del Distrito C.
La gorra que compré en Cartagena una mañana ventosa, para protegerme
del sol caribe, ahora se fue a extraviar en cualquier lugar de
Tepoztlan.
Es como los libros de Henry, mis recuerdos de viaje no pueden estarse
quietos.
2 comentarios:
quizás todas esas cosas aparezcan un día en un viejo baúl!
Lo importante es no perder los recuerdos amic... y esto sí que te lo digo por experiencia :-)
abrazacos.
uf , ya te digo.. ninguna secuela no?
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