Hoy la entrenadora me preguntaba, al verme tan ahogado en la orilla, que qué había hecho el domingo para estar tan cansado, o mejor, que qué me habían hecho. Con segundas, muchas segundas. Claro que ayer fue el día de San Valentín, y seguro que la comadre se hizo su composición de lugar; tal vez ella se imaginó que me había pasado el domingo haciendo el amor con mi novia supuesta, o algo así, a juzgar por la sonrisa de picarona y yo, que un día de estos me hago telépata, sobre todo cuando me falta el oxígeno (todo el mundo sabe que los habilidades paranormales solo se manifiestan en situaciones extremas de supervivencia agónica) lo adiviné con solo unos parpadeos.
Y yo pensando, pobre de mí, pero si esto es innato, rendimiento bajo innato, y que si esa estampa que ella se imaginaba, o practicamente declaraba, fuera cierta, mi amante iba a estar tan decepcionada como ella, a los dos largos y medio ya medio ahogado y pidiendo un descanso, no creo que le satisfaga mucho a nadie.
Entonces me acordé de este trozo del libro de Bolaño, no sé si para animarme o quitarle tremendismo a mi asunto, que igual es que las situaciones extremas agónicas estas me ponen un poco exagerado, aparte de morado.
Barbara Patterson, en una habitación del Hotel Los Claveles, avenida Niño Perdido esquina Juan de Dios Peza, México DF, septiembre de 1976.
"...le dije a Rafael que teníamos que hablar, pero Rafael dijo que quería seguir rolando con Arturo Belano, y yo le dije, pinche cabrón, necesito hablar contigo, y él dijo, más tarde Barbarita, más tarde, como si yo fuera una niña a la que violaba todas las noches en los lugares más indecentes y no una mujer diez centímetros más alta que él y por lo menos con quince kilos más de peso que él (tengo que ponerme a dieta pero con esta puta comida mexicana quién puede), y entonces le dije, necesito hablar contigo ahora y el padrote de mierda hace como que se toca los huevos, se me queda mirando y me dice ¿qué le pasa, muñeca? ¿algún problema imprevisto? ….
…yo estaba en México dizque para hacer un curso de posgrado sobre la obra de Juan Rulfo, pero en un recital de poesía en la Casa del Lago conocí a Rafael, y nos enamoramos en el acto. Esa misma noche lo arrrastré hasta el hotel los Claveles, donde aún vivo, y cogimos hasta reventar. Bueno, Rafael es un poco gandul, pero yo me las arreglé para tenerle en forma hasta que las primeras luces del día se desparramaron (como desmayadas o fulminadas, qué amaneceres más raros tiene esta puta ciudad) por Niño Perdido…
Roberto Bolaño, los Detectives Salvajes.
3 comentarios:
pero no me vayas a comparar ahora nadar con "coger", que para esto último se ponen en marcha unos mecanismos que ya quisiera el Michael Fred Phelps en los 400 metros...
intenta coger después de nadar mucho, y otro día intenta nadar después de coger mucho. Ya me dirás que te resulta mas agotador...
me gusta la foto.
ufff mejor no!!
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