jueves, 19 de junio de 2008

Viajando en el tiempo....

Hay momentos en que la lectura se convierte en un viaje, al pasado, al presente, o a un lugar indeterminado en el tiempo, que no sabemos si es real o inventado, pero que desde luego es sentido.
Por suerte estoy en uno de esos momentos, estoy enfrascado en la lectura de un libro de Eduardo Haro Tecglen, "El niño republicano". Seguro que peligrossa se echara unas sonoras carcajadas si lee esto, puesto que fue ella quien me dio a conocer a Tecglen, mostrándome esas columnas que escribía en El Pais, y que eran la debilidad de su madre.
Vivo en esa angustia del deseo de terminar cualquier actividad para poder perderme en las palabras y los recuerdos del autor sobre ese tiempo, mezcla de realidad y ensoñacion, que es para los jóvenes de mi generación la II República.
Quiero compartir con vosotros un fragmento del libro, y dentro de un par de días, cuando termine su lectura quedará disponible en la estantería de mi habitación para quien quiera viajar en el tiempo.

Feria del libro

No basta el canturreo de mi madre, y sus escenas del Nuevo Testamento, y las tontunas de las monjitas de la calle de la Santísima Trinidad (se llevaba allí a los párvulos: o parvos, pequeños): había que buscar más datos. La primera Feria del Libro, en el paseo de Recoletos, ofrecía obras impensables hasta entonces: algunos curas republicanos escribían sus nuevos textos, y a mí me iluminó uno de ellos: "Farsantes, hipócritas, fariseos", tres excelentes palabras para referirse al clero de la época. Unos años más tarde les hubiera podido llamar asesinos, por cómo hicieron y alentaron y absolvieron la guerra de Franco, pero probablemente no le dio tiempo. Compré también unos Evangelios metidos en una caja negra: eran de la Sociedad Bíblica Española, protestantes, y eso debía de añadir algo a su claridad. No he sido nunca niño, ni hombre, de Antiguo Testamento: más bien lo he detestado, con sus venganzas y sus castigos, con su Dios de alma negra. Le veo ahora aparecer en los grandes países de la guerra, en Estados Unidos o en Israel, y detesto su cara. Un tipo capaz de gastar la broma siniestra y groserota que le soltó a Abraham mandándole al sacrificio de su hijo, para luego cambiarlo por un cordero (lo cual no deja de ser otra burla) no podía merecer mi estima.

1 comentario:

daviz dijo...

lástima que hay quien diga que esto no aporta nada! A mi me gusta oir recomendaciones para escoger los libros que luego voy a leer, dado que no leo tanto como muchos de vosotros, y tengo que escoger con cuidado lo que leo para no desanimarme en la lectura de de puro aburrimiento.