domingo, 12 de septiembre de 2010

A new generation crossing borders



Una frontera no es más que el signo de separación entre dos países, entre dos pueblos. Si te acurrucas a la línea divisoria podrás oir los gritos de dolor de aquellos que lucharon en una guerra por mantener o por desposeer de unos territorios a alguien no tan distinto a él mismo. El color de la arena está manchado de sangre, podría ser suelo arcilloso. Durante los últimos cien años en los territorios palestinos se han sucedido varias guerras por los Altos del Golán, por Siria, por Cisjordania, por Sinai... por muchas tierras que han dejado detrás infinidad de víctimas para llegar a la situación actual, lejana todavía a la tranquilidad anhelada por tantos.

Creo que la primera vez que pasé una frontera caminando fue hace dos años para pasar de Perú a Bolivia por el paso fronterizo de Puno, al lado del lago Titicaca. Es una sensación muy extraña, difícil de expresar pero que me gusta sentir cada vez que lo repito. En un breve espacio temporal, dejas atrás un país, te metes en una zona de territorio internacional, en el que no estás atado a ninguna ley, y entras a una nueva experiencia previo peaje a modo de preguntas sobre tu razón de visita. El jueves pasado crucé la frontera de Israel a Jordania, algo impensable no hace mucho tiempo pero que afortunadamente cada vez tiende más a la normalidad.

Quizás, no dentro de muchos años, se acerque a esta situación cercana a la normalidad la situación con Siria, con Líbano... y por qué no, con Palestina.

2 comentarios:

Raquel dijo...

El máximo contraste con la frontera entre Perú y Bolivia creo que el check point entre Jerusalem y Belén tiene un cartel enorme que pone "Jerusalem, ciudad de paz" rodeado de camaras de seguridad, un hilo metálico con pinchos, hombres armados, etc

daviz dijo...

uno se olvida rapidamente de que nuestras -europeas- fronteras son leves, y que existen otras zonas donde esas fronteras son peor que un cuchillo...
abrazos amic, disfruta la parte buena!