sábado, 29 de agosto de 2009

Grandes esperanzas

Hoy estoy que me subo por las paredes. No puedo parar quieto, y confieso que no me concentro bien. Hacía que no estaba tan emocionado desde que por fin me senté en el aeropuerto de Barajas a finales de marzo, después de casi tres semanas sin parar, y darme cuenta de que iniciaba el viaje a Colombia y que además, en dos semanas me reencontraría con uno de mis grandes amores: México lindo. Ah...(sostenido)... América...(suspiro). No entiendo cómo Colón nunca quiso reconocer al continente, en vez de seguir engañándose con su Catay y su Cipango, su China y su Japón.

Por cierto, Japón estuvo muy bien, me deja un sabor a soja en la boca, un rojo bermellón en la retina, y varios pensamientos en el espíritu. Pero no es América - aunque un trocito de México lindo vino conmigo.

Y tras Japón, me inunda la perspectiva de pasar seis meses en América, ni en el norte ni en el sur, sino en ambos, a dos mil ochocientos cincuenta metros de altura...
Si creyera en Dios, en Santo Tomás de Aquino, -o en cualquier otro Inexistente-, iría a ponerles velitas. Al primero para que recé por mi para que nadie se arrepienta. Al segundo, para que no me gafe con el "Aquíno puedes venir (no tenemos presupuesto)".

Buddha, ...I love you!

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