Mientras veo la etapa del Tour en Teledeporte pienso la cantidad de veces que se habrá repetido esta escena, tarde de verano en la que lucho contra la somnolencia viendo imágenes de un pelotón recorriendo el país vecino. Poder comer en casa es una de las grandes ventajas de tener jornada intensiva en verano. El caso es que hoy era un día predestinado a salir en bicicleta pero según miro por el balcón de mi recién estrenado apartamento "en lloguer" en BCN el cielo me dice que no es buen día para probar mi nuevo cuentakilómetros, se avecina tormenta por el norte.
Seguro que cualquier aficionado a la bicicleta ha tenido en más de una ocasión la idea, el sueño o la ilusión de subir alguno de los colosos que se ascienden en el recorrido del Tour de Francia: Alpe d'Huez, Tourmalet, Galibier, Luz Ardiden, Mont Ventoux, etc. Puertos cuya simple alusión a través del televisor emociona al contemplar la grandeza y el poder de la naturaleza.
El caso es que este fin de semana cogemos el coche, la tienda de campaña, la bicicleta y una buena dosis de agua y Aquarius destino el Tourmalet, una de las ascensiones más míticas y en las que se han curtido grandes historias ciclistas: victorias de Federico Martín Bahamontes, demostraciones de Perico Delgado subiendo y de Miguel Induráin bajando, etc.
23 kilómetros de ascensión en los que serán importantes las fuerzas de las piernas, de los brazos, los riñones, los pulmones... la cabeza, no desmoralizarse para poder aguantar aproximadamente dos horas ascendiendo bajo el calor de julio en los Pirineos... y el corazón, ese órgano que tantos altibajos nos da y al que tanto debemos, porque llegará un momento en que las piernas dirán basta, no se podrá pensar con claridad y sólo el corazón podrá ayudar a subir las últimas rampas de este camino hacia el cielo.
2 comentarios:
Obama said:
"Yes you can" :-)
Movistar says:
yes, weekend
:) es broma, ay que ver J, primero el perito Moreno y ahora esto!!! Animo
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