jueves, 3 de junio de 2010

Los restos


¿Qué será esa hacienda, descuidada, llena de arboles y casas coloniales, con los muros desconchandos y coronados por alambre de espino?¿Por qué tan abandonada, y tan protegida a la vez? Eso es lo que pienso siempre que me levanto tarde y ya no alcanzo al desayuno del hotel, y me dirijo a la padaría Bela Vista, tomo la rua Carlos de Pinhal y desciendo por la Alameda de Rio Claro, rodeando esta finca. Sus paredes trepan por las cuestas empinadas de las ruas paulistas, aquí un cacho con mosaico de azulejo, allá es pura sombra. Siempre que voy pienso que al volver preguntaré en la recepción por ella, seguro que tendrá una buena historia. Y siempre se me olvida. Hoy pensé que mejor no preguntar, no lo haré, me gusta desayunar viendo los arboles enormes que chorrean raices de color de barro, y que aun no sé como se llaman, y ver esta granja de restos coloniales y estatuas de próceres aparentes, sin saber qué es o qué fue. Café y un poco de imaginación. ¿Qué es la vida sin un toque de misterio?

4 comentarios:

malabarista infernal dijo...

Hoy termino de leer las venas abiertas de américa latina, y en todo el tiempo que me ha durado me has acompañado en la lectura, te he ido imaginando en todos esos decorados...
un abrazo paulista

soñadora utópica dijo...

q fantasmagórica... si algún día descubres lo q es no dudes en contármelo

me debes unas cañas :)

Xicoatl dijo...

quizá sea la casa de retiro de los zares brasileños antes de que Rasputao comenzara su sistemática persecución y matanza.

1 abrazo!

daviz dijo...

M: parece que nos vamos a repartir continentes, amigo!!

x: jejeje, si, o de Carlôtinha e o Emperadao Maximilãneus.

s:hecho!

abrazos m,x,s!