jueves, 1 de mayo de 2014

Aspire

Cada vez que veía un cuadro de Matisse quería ser pintor. Cogía el cuaderno, el lápiz, la tela, los pinceles. Diseccionaba toda imagen 3D que veía en planos, trazos, mezclas de colores... con poco éxito en el papel, hay que decir.
Cada vez que leía Garcia Márquez pensaba en cuán sencillo y bello puede escribirse una historia entrañable, y quería ser escritor. Imitaba el estilo, escribía un pedazo, un relato, un lo que fuera... Era más fácil, más práctico que ser pintor, la verdad, aunque el resultado seguía siendo mediocre.
Cada vez que veo la jeta sobria de Steve Jobs, pienso en la perfección del iPhone, del iPad, del iTodo, y pienso en la belleza de las matemáticas, la sincronización perfecta del código software, líneas y líneas ... y no me entra ninguna gana de ser programador, de inventar nada y se que algún día voy a romper con esta profesión nuestra.

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