Creo que hoy fue por primera vez que comencé a percibir la belleza (escondida) de las calles de San Paulo. Tuvieron que pasar mas de seis meses, y llegar mis últimos días, para poder caminar tranquilamente un día de diario por el centro viejo, cuando está vivo y parece una ciudad de verdad, y no unas calles muertas, con olor a orines y gente viviendo en la calle, que suele ser la escena del fin de semana.
Ahora, ¿volvería a San Paulo para vivir? No lo sé, creo que no. Si fuera Río, la respuesta sería sí. Si fuera Salvador, la respuesta sería, "sin dudarlo".
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