Cuando era pequeño no entendía porque el Cristo del Corcovado era tan famoso y mundialmente conocido, y el Cristo del Otero no, si total, son bastante parecidos, hasta de tamaño; uno con los brazos en cruz y el otro imponiendolas hacia adelante.
Ya lo entendí, no es por el Cristo en sí, la fama, si no por donde cada uno está situado.
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