Lo reconozco: me da miedo volar, y la red de TGV de Francia es espectacular. A veces dejamos de hacer cosas que queremos sólo porque es más caro, en tiempo o en dinero. Un viaje internacional en tren por Europa es un sueño criado en mi infancia mediatizada por la Guerra Fría, donde espías, contraespias y ciudadanos normales cruzaban países de estación en estación, hablaban varios idiomas y tenían que llevar pasaporte (a veces falso, claro). Y siempre ocurrían cosas en los trenes. Añoranza de esos tiempos en los que Europa era un mundo, con culturas, costumbres y monedas diferentes. Ahora todos hablamos alemán, pagamos con marcos y rezamos mirando a Berlín. O casi.
Volviendo al tema: antes viajar quizás fuera algo más elitista, o tal vez menos masificado y comercial, algo romántico al menos en la cabeza de un niño de diez años. "Esto es lo que quiero hacer cuando sea mayor: viajar por Europa, hablar varios idiomas y a ser posible llevar documentos secretos y microfilmes conmigo". Recuerdo con cariño los primeros viajes en tren que mis padres me dejaron hacer solo a tan tierna edad (¿será que recuerdo mal? Ahora me parece imposible que un niño viaje sólo), de Palencia a Astorga. Lo importante no era llegar, lo que normalmente significaba vacaciones, sino en viaje en si, el estar en movimiento.
¡Viajeros al tren! ¡Bon voyage!
2 comentarios:
el tren y las estaciones tienen mucho de romanticismo... y sí... a mi también me recuerdan a los años de entreguerras y a la "vieja" Europa.
Que ilusión¡
Dale David buen viajen, buen recuerdos y hasta la proxima estación¡
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