No lo entendí entonces y aun hoy no entiendo porque aquella mujer, la profesora de inglés, después de todo el sermón que nos echó la directora, decidió que era mejor cruzar la favela para llegar hasta el ascensor del metro de Ipanema en vez de continuar por la Estrada de Cantagalo ladera abajo. Quizás era solo para impresionarnos, y poco después por lo que vi en el ascensor tal vez fuera para eso, para demostrar que incluso no hablando inglés bien tenía cualidades de guía, de maestra, aunque solo fuera para conducirnos favela a través.
"el truco esta en decir buenas noches" dijo " y no quedarse mirando fijamente".
Sé que las favelas están pacificadas pero no podía (y no puedo) evitar tener la inquietud y fascinación al mismo tiempo caminando por aquellos, digamos, vericuetos de hormigón, estrechos como el demonio, ladrillo vista y cemento por todas partes. Me hubiera perdido en la primera vuelta.
Y después de todo, pacificadas sí, pero no deja de ser un lugar donde la reglas usuales pueden no observarse, como mismamente las leyes ordenación urbanística. Pero una vez mas, un cine high-tech una noche de estreno puede ser un lugar mucho mas peligroso que una favela de Rio de Janeiro, aunque mejor no tentar demasiado la suerte. Y más si huele de lejos que no eres del lugar, que tienes pinta de extranjero y hablas portugués raro.
En esto pensaba durante el paseo por el circuito de hormigón, escalera arriba, rampa abajo, "boa boite, boa noite", moradores tomando su cerveza en una esquina, "boa noite, boa noite", moradores transitando por las estrecheces, "boa noite, boa", una mujer asomada en la ventana sin cristal ni marco. y yo intentando no pensar en Cidade de Deus ni en Cidade dos Homens. Sobre todo en las escenas violentas.
Como primera experiencia, fue interesante, improvisada, inevitable y reconozco que pasé mas tiempo mirando al suelo que al frente y que por fin respiré hondo cuando llegamos al elevador de Ipanema, en la otra punta del morro.
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