La sardina es un manjar. En en Largo do Machado hay una bodega portuguesa que hace unas sardinas espectaculares, o por lo menos a mi me supieron a teta. Las sardinas me recuerdan a mi infancia cuando íbamos con mis tios al rio en Astorga y hacíamos una hoguera para asar sardinas, riquísimas y crujientes. Ahora recuerdo una de las ultimas veces que fuimos a ese rio, se llama San Martín del Agostedo, por el pueblo que atraviesa. "Del agos-pedo" decíamos nosotros, lo niños, y nos reíamos como solo los niños se ríen, ingenuos y bobalicones.
Aquella vez que fuimos, hace pocos años, San Martín era una explosión primaveral de verdor y exuberancia. Nunca había visto aquel sitio tan bonito. Fui con mis padres, un fin de semana, y recuerdo que hice unas fotos preciosas de ellos besándose y abrazándose en una secuencia casi cinematográfica, rodeada de aquella naturaleza gritona. Recuerdo que poco después, revisando esas fotos pensé en encuadrarlas como los marcos que venden en Ikea, los de la secuencia, y hacerles un regalo. Y solo observando un tiempo despues las fotos, me di cuenta de algo que no había percibido todo aquel fin de semana en Astorga, quien realmente abrazaba y besaba era mi madre. Y ya entonces, entendí todo. Y ya no quise enmarcar las fotos.
2 comentarios:
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la perspectiva de un instante detenido
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