jueves, 12 de julio de 2012

El sueño de Schiller

Vienes a matricularte de las clases de español y francés, me pregunta la directora. Le digo que no, solo las de francés. Ella insiste con las de español y le digo que no, no hace falta, y para que no insista mas le digo que ya hablo español (y bastante bien). A las 17h58 nos dice que a las 18h el ascensor dejará de funcionar. Yo ya lo sabia, pero tal vez el chico que esta sentado a mi lado no, y tal vez se merecía saberlo. Estamos en un trigésimo piso. Nos dice que tendremos que bajar por la ladera de la montaña, porque el ascensor ya debe de haber dejado de funcionar. Pero hay una profesora que también va a bajar y nos puede guiar. Me recuerda a un sueño que escribí una vez y que tuve cuando vivía en la calle Schiller, relacionado con ascensores surrealistas.
Ahora la directora me pregunta si sé ingles, y le digo que no, pero que hablo portugués, y la verdad, no entiendo porque tengo que hablar ingles para bajar la ladera de la montaña. Le pregunto, en portugués, que si no hay escaleras. Me dice que las hay pero que son 30 pisos. Y qué, pienso yo. Y nos cuenta la historia del edificio donde estamos, donde esta la Faetec. Un hotel casino gigante en Ipanema, encostado en el morro de Cantagalo. El gobierno lo embargó para uso de fundaciones y ONG, pero solo habilito los cinco últimos pisos. Así que si, hay escaleras pero del piso 25 para abajo no hay luz, nunca la hubo, y en invierno a las 18h ya no hay luz natural. Tampoco hay mucho dinero para pagar al ascensorista, entonces, a las 18h ya no hay mas elevador.
Así que la opción de las escaleras queda desechada y solo queda bajar por la ladera de Cantagalo, a través del pasaje del piso 25 que comunica el edificio con la montaña. Realmente parece mi sueño de Schiller, pero sin escalofrío. Este edificio parece un garaje, esta destartalado, oscuro y desconchado. Es muy amplio, y tiene unas vistas a una negrura con luces titilantes .
La directora dice que bajemos en grupo, es mejor, que esperemos a la profesora que nos guiará. Le pregunto si no esas rápido llegar hasta el elevador del metro de Ipanema que se ve al otro lado. Ella dice que no lo recomienda, ni ella misma hace ese percuso, no se puede bordear y tiene miedo de perderse en la favela. Es enorme, la veo desde la ventana. Desde abajo, parecen cuatro casas encaramadas al morro. Desde aquí, parece una ciudad entera coronando una montaña. Y la vamos a bordear. Vamos a tener que bajar la ladera, bordeando la favela, la "comunidad", el segundo piso de Ipanema...

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