El pueblo baiano vitorea, aplaude, ruge toda la playa cuando el sol toca el agua ,y en instantes, se sumerge en las aguas que rodean la isla de Itaparica. En realidad haría mas sentido vitorear al sol naciente, por la analogía con la vida, el inicio, el nacimiento, el alfa. Pero creo que aquí en Bahia amanece a las cinco o así. Cualquiera se levanta , y de que humor, para aplaudir a nadie, silbar o cantar las mañanitas.
Otro día mas se va, otra puesta de sol en en Salvador, a remojo, y yo por fin veo mi rayo verde. Lo imaginaba como un chisporroteo en el disco solar, pero no, es un haz verde disparado al cielo que dura todo el crepúsculo. Y ahora, al frío polar.
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