Las canciones de Mecano siempre me parecieron tristes y nostálgicas. Ayer, o quizás ya hace más, fue siete de septiembre, Día de la Independencia de Brasil. En el descanso de Avenida Brasil, Dilma Roussef, igual que el rey en nuestra nochebuena nos lanzó discurso. Nos llamó de amigas y amigos, queridos brasileros. Anunció rebajas en la factura de la luz y que lucharía para que el lucro de los bancos fuese algo razonable. Ni quiero pensar el punto de partida, cuando empezó a echarse flores por como "os países desenvolvidos" pierden derechos y se van al garete, y Brasil avanza en sociales. Le falto dar nombres y apellidos y mencionar España. Lo hizo sin decirlo.
El siete de septiembre pasado estábamos en Oporto escuchando samba, y hace dos años San Salvador. Hace tres, ni sabia que existía, era el comienzo de las fiestas de Valladold y yo pensaba en cerrar mi apartamento de la plaza de toros para siempre. Ultimo pasodoble...
Ahora gaitas celtas de Carlos Nuñez. Este siete los cuerpos se movían eléctricamente, como autómatas, en el Theatro Municipal. El primer siete fue una noche rara, pensé que algo había salido mal y no volveríamos a vernos jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario